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[OPINIÓN] Richard Arce: “Otra vez extremos políticos”

“Basta recordar lo sucedido a Josefina Townsend o los humildes comerciantes en plena conflictividad donde impunemente les agredían”.

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[OPINIÓN] Richard Arce: “Otra vez extremos políticos”. (Foto: Congreso)
Fecha Actualización
Estamos viviendo en el apogeo de los extremos, tanto de derecha como de izquierda, que imponen sus posiciones y llevan a todo el país de las narices a sus delirios en función de sus agendas trasnochadas e irresponsables. Parecen opositores encarnizados, pero no, no dudan en unirse para perjudicar al país.
Y esto es como estar al frente de dos barras bravas, que no entienden razones; al contrario, son violentos para imponer posiciones y ni te atrevas a contradecirles porque vas a ser víctima de sus insultos y agresiones.
Estamos entre los que avalaban el “no más pobres en un país rico” y los que se comieron el cuento de “Lima, potencia mundial” y, si te atreves a cuestionarlos, inmediatamente te van a sindicar de terrorista, comunista o caviar del lado de la extrema derecha; y no se quedan atrás en la extrema izquierda: ellos te van a acusar de fujimorista, DBA, traidor o cualquier otra sandez.
Todo es válido en esta pelea de radicales, todo con tal de descalificar cualquier voz sensata que va a llamar la prudencia, la ponderación y la razón. No está permitido el disenso, porque, en su apasionamiento que los lleva al fundamentalismo de sus posiciones, una crítica significa que eres su enemigo.
Ejemplos sobran. En la extrema derecha basta ver a la llamada Pestilencia, en donde tienen licencia para agredir y acosar con impunidad a todo adversario político o crítico de sus mentores; debe de haber mucho dinero para estas agresiones organizadas y bien orquestadas.
Igual en la extrema izquierda. Basta recordar lo sucedido a Josefina Townsend o los humildes comerciantes en plena conflictividad donde impunemente les agredían. Es tan contradictorio que se ensañaban con la clase obrera y trabajadora del país, porque se atrevían a salir a trabajar, por la necesidad de semanas de bloqueos de carreteras y ciudades sitiadas.
Sus conspicuos representantes no se quedan atrás, en el Congreso salen con cada pachotada y continúa el despilfarro en gollerías y el boato que solo les importa; en la Municipalidad de Lima, el alcalde acaba de inaugurar con bombos y platillos la arena que han puesto al borde de una piscina, que en unas cuantas semanas se convertirá en un lodazal, teniendo el dengue presente.