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[OPINIÓN] Rafael Belaunde Llosa: “Con mi bono no te metas”

“En medio de la recesión económica y crisis política, este año el Congreso no tuvo idea más atinada que repartir entre los congresistas y sus trabajadores alrededor de S/30 millones en bonos”.

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En medio de la recesión económica y crisis política, este año el Congreso no tuvo idea más atinada que repartir entre los congresistas y sus trabajadores alrededor de S/30 millones en bonos, a razón de S/9,900 por cada uno. Este acto de codicia impúdica y aprovechamiento voraz de los recursos del Estado refleja, por un lado, la enorme indolencia y frivolidad de la clase política representada en el Congreso, así como la absoluta ceguera ante el drama nacional con que viven los políticos de hoy.
El Perú vive una recesión económica generada netamente por la clase política. A diferencia de otros periodos de recesión cuando fueron choques externos como crisis financieras, burbujas inmobiliarias, fenómenos naturales, deterioro en los términos de intercambio o la caída en el precio de los metales, los factores que detonaban las recesiones en el Perú.
En esta ocasión nada de eso ha ocurrido. Es la ineptitud, incompetencia y corrupción del gobierno de Castillo, sumado a la ineptitud, incompetencia y frivolidad del gobierno de Dina Boluarte, gobierno que se preocupa más en viajar que en gobernar y que ha exhibido peores reflejos que el piloto del Titanic para sortear la crisis económica contra la que nos hemos estrellado y que hunde nuestra economía. El sostenimiento del gobierno solo se explica por el sistema de convivencia y defensa de intereses mutuos, con un Parlamento preocupado en defender sus privilegios y en legislar en defensa de sus intereses políticos y mercantilistas.
Los peruanos vivimos bajo la zozobra del crimen y del hampa que se ha apropiado de nuestras calles y distritos; sin embargo, el gobierno solo ejecuta apenas más de 35% del presupuesto de inversión. La falta de acceso a salud de calidad flagela casi a todos los peruanos; la falta de centros de salud y hospitales es enorme. Sin embargo, el sector salud no es capaz de ejecutar ni el 50% de su presupuesto para inversiones.
Así, en medio de esta alianza macabra entre un gobierno inepto e incapaz y un Congreso frívolo e indolente ante el dolor de los peruanos, el hambre se extiende por el territorio nacional. Según el Índice Global del Hambre (IGH) en el Perú, de las 25 regiones, solo Lambayeque e Ica tienen un valor aceptable. Por el contrario, la situación es dramática en nuestra sierra y selva.
Debemos tener sentido de urgencia y tomar acción inmediata, para cambiar el rumbo e imponer un nuevo horizonte en el desarrollo del Perú. En nuestras manos está recuperar nuestra economía, para crecer, reduciendo la pobreza y multiplicando el empleo, bajo un modelo que fomente el crecimiento y reivindique al ciudadano -tantas veces- marginado y castigado por el sistema y la clase política, pero, para desterrar la crisis, debemos desterrar -primero- a la clase política actual, caduca, que, lejos de preocuparse por cumplir las metas, vocifera a los cuatro vientos: “Con mi Bono no te metas”.
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