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[OPINIÓN] Paul Montjoy Forti: “Breve recorrido por el cuento hispanoamericano”

“Casi siempre se ha visto a la literatura hispanoamericana como una tradición más pegada a la novela que al cuento”.

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Cuento hispanoamericano.
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Estas líneas tratarán de dar un marco completo, aunque sucinto, del cuento hispanoamericano (que no incluye las zonas portuguesas ni francófonas por cuestión de espacio). No será perfecto, pues no es posible nombrar a la gran mayoría de autores. Casi siempre se ha visto a la literatura hispanoamericana como una tradición más pegada a la novela que al cuento (el mismo ‘Boom latinoamericano’ marginalizó a muchos cuentistas por cuestiones comerciales); sin embargo, existen muchos autores que, desde inicios del Siglo XX hasta la actualidad, han cultivado el género del cuento (más allá de Borges).
El uruguayo Horacio Quiroga, que todavía puede ser considerado un escritor del siglo XIX por su estilo, publicó en 1904 El crimen del otro y, en 1917, Cuentos de amor de locura y de muerte, libro en el que es notable la influencia de Edgar Allan Poe y se destacan cuentos como El almohadón de plumas y El hombre muerto.
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Alejo Carpentier, el escritor cubano a quien se le atribuye ser el padre de lo real maravilloso, publicó en 1923 el cuento El sacrificio. En ese mismo periodo de tiempo, Jorge Luis Borges publicó Fervor de Buenos Aires, y se perfilaba como un poeta, pero en 1935 publicó Historia universal de la infamia. Luego aparecieron Ficciones y El Aleph, libros que lo convirtieron en un referente de las letras mundiales, siendo comparado con los escritores del Siglo de Oro.
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Un escritor uruguayo poco valorado, pero cuyos cuentos son una joya literaria, es Felisberto Hernández. Desde la publicación de Fulano de tal en 1925 hasta la Casa inundada en 1960, su obra ha sido primordial para posteriores escritores. Julio Cortázar lo consideró su maestro, también Onetti, García Márquez y el surrealista italiano Ítalo Calvino (tal vez el más notable escritor italiano del Siglo XX junto con Umberto Eco). El estilo de Hernández es onírico, extravagante, surreal: animales que hablan, casas que tienen vida propia, acciones inexplicables. La vida de fue también así: pianista de oficio, se casó, sin saberlo, con una espía española de la KGB llamada África de las Heras, quien lo sedujo para obtener la nacionalidad uruguaya.
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La pintora Leonora Carrington, a quien para fines de este artículo consideraremos literatura hispanoamericana, destacó también por la publicación de cuentos formidables como La debutante y Los conejos blancos. El controversial Juan José Arriola (acusado de abuso sexual por la escritora Elena Poniatowska en la novela El amante polaco) publicó en 1949 su primer libro de cuentos Varia invención, en el que denota influencias de Franz Kafka, Giovanni Papini y Jorge Luis Borges.
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En 1951, Julio Cortázar publicó Bestiario y se convirtió en un referente de la literatura argentina. En los cuentos de Cortázar se puede notar la influencia de Poe y Felisberto Hernández. Casa tomada es, tal vez, su cuento más conocido, pero casi toda su cuentística mantiene un nivel formidable. Hoy se sabe que Cortázar fue mejor cuentista que novelista (Rayuela se ha convertido en esa novela generacional antigua que hoy pocos leen). En 1953, Juan Rulfo publicó El llano en llamas, cuentos en los que el estilo del escritor crea una forma específica de literatura (como Borges). Escritos como Nos han dado la tierra, Es que somos muy pobres y ¡Diles que no me maten! son verdaderas obras maestras.
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Juan Carlos Onetti publicó en 1951 Un sueño realizado y otros cuentos. Es actualmente considerado un cuentista de grueso calibre, triste y existencial. Cuentos como Bienvenido, Bob, Convalecencia y El infierno tan temido son muestra de ello. En 1955, Julio Ramón Ribeyro publicó Los gallinazos sin plumas y es considerado el cuentista más importante de la historia del Perú, con cuentos como El banquete, Silvio en el rosedal, Por las azoteas, entre otros.
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En 1959, Mario Vargas Llosa publicó Los jefes que, junto con Los cachorros (1967) serán sus únicos libros de cuentos destacables. En 1958, la escritora mexicana Elena Garro publicó los cuentos El árbol o fragmento de un diario y Perfecto Luna. Garro es una de aquellas autoras que recién se está comenzando a valorar después de la enorme influencia de Octavio Paz, su exesposo, para escamotear su obra. En 1963, Gabriel García Márquez publicó Los funerales de Mamá Grande, libro fundamental para entender la creación de Macondo.
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En la actualidad debe destacarse la obra de Elena Poniatowska, con sus libros de cuentos De noche vienes, Domingo 7, entre otros. También los cuentos de Margo Glantz y Alberto Fuguet. Así como las escritoras Mariana Enríquez (Los peligros de fumar en la cama, 2009) y Samanta Schweblin (Pájaros en la boca, 2009) que son exponentes de la cuentística fantástica porteña. Así como la aparición de Katya Adaui (Aquí hay icebergs 2017) en el Perú.
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