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[OPINIÓN] Fernando Cillóniz: “Un Estado sin méritos...Ni deméritos”

“Dado que no pasa nada con los buenos servidores públicos, estos son cada vez menos en el aparato estatal”.

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"¿Consecuencias? Elefantiasis estatal, corrupción a más no poder, altísima rotación de servidores estatales, pésimos servicios públicos, precaria infraestructura, policías y militares –y jueces y fiscales– corruptos y sobornables… ¡Un desastre!". (Foto: G
Fecha Actualización
En el Estado peruano, si uno es corrupto y maltratador… no pasa nada. Peor aún, si uno es honesto y servicial… tampoco pasa nada. ¡En el Estado peruano, hagas lo que hagas, no pasa nada... ni para bien ni para mal!
En el Estado, la productividad no cuenta. Y menos cuentan la eficiencia, puntualidad, honestidad, austeridad, cordialidad, experiencia, etc. “A igual función, igual remuneración”. ¡Pura demagogia!
Aunque parezca mentira, muchos políticos piensan así. Obviamente, se trata de personajes cuyo modus operandi es el clientelismo político. Es decir, contratar a funcionarios y trabajadores, no por sus méritos personales y profesionales, sino por sus intereses personales y afiliaciones partidarias. Para ellos, la meritocracia… ¿qué es eso de la meritocracia?
Bueno pues, la inexistencia de meritocracia (y ni mencionar la carrera pública, que tampoco existe) ha devenido en un Estado muy corrupto, inoperante, ineficiente y maltratador. Dado que no pasa nada con los buenos servidores públicos, estos son cada vez menos en el aparato estatal. El tarjetazo y la mediocridad se han impuesto sobre el profesionalismo y la meritocracia.
¿Consecuencias? Elefantiasis estatal, corrupción a más no poder, altísima rotación de servidores estatales, pésimos servicios públicos, precaria infraestructura, policías y militares –y jueces y fiscales– corruptos y sobornables… ¡Un desastre!
Pregunta: ¿dónde –en el Estado– no hay nada de toda esa porquería? En el Banco Central de Reserva del Perú (BCR). Efectivamente, en el BCR priman la meritocracia y el profesionalismo. Se respeta la carrera pública. Y los resultados están a la vista. Inflación y devaluación bajo control. ¡La excelencia en su máxima expresión!
Segunda pregunta: ¿qué tiene el BCR que no tienen las demás instituciones del Estado? Autonomía (autonomía de verdad) y roles claramente definidos. ¿Por qué no replicar dicho modelo en las demás instituciones del Estado? Pues esa es la propuesta.
Autoridades Autónomas –tipo BCR–, apolíticas, profesionales, descentralizadas, meritocráticas, altamente especializadas en cada una de las funciones estatales fallidas: agua y vivienda, infraestructura, educación, salud, seguridad, entre otras.
Despolitizar al Estado… y profesionalizarlo. Convertirlo en un Estado que sirva a la ciudadanía, en vez de uno que se sirva de ella, tal como el que tenemos.
Un Estado meritocrático. Es decir, un Estado con méritos para los buenos y deméritos para los malos… como en el colegio.
¡Esa es la propuesta!
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