[OPINIÓN] Edward Málaga: “La gran deuda del MEF con Chankillo”

El complejo arqueoastronómico Chankillo, patrimonio cultural de la humanidad por Unesco, es testimonio de la ciencia de los antiguos peruanos. Muchas civilizaciones antiguas construyeron monumentos espacialmente orientados con base en referencias celestiales (como el solsticio de verano); pero lo que hace a Chankillo único en el mundo es su observatorio solar, tan preciso que permite registrar todos los días del año con solo observar la salida o puesta del sol. Esas trece torres de piedra en el horizonte del desierto de Casma aún funcionan como una colosal regla en el cielo. Para diseñarlas, planificarlas y construirlas, los antiguos habitantes de la cultura Casma/Sechín debieron manejar conocimientos avanzados de astronomía, meteorología, ingeniería, basados en la observación y experimentación. Al no haber dejado rastros de su lengua y escritura, hoy resulta imposible imaginar cómo era su sistema numérico, sus matemáticas, cómo conceptualizaban el espacio y la geometría, cómo almacenaban información sobre data, procedimientos y desarrollos tecnológicos. ¿Vislumbraron acaso el concepto de órbitas planetarias? ¿Su Tierra era plana o redonda? ¿Cuánto tiempo hizo falta para desarrollar ese nivel de conocimiento? Y ¿cómo fue trasmitido a través de las generaciones? ¿Fue posible construir Chankillo solo recurriendo a la tradición oral, al ensayo y error?

La declaratoria de Unesco es un homenaje a la genialidad de quienes construyeron Chankillo hace aproximadamente 2,200 años. Es también un reconocimiento al brillante trabajo de investigación del arqueólogo Iván Ghezzi, quien logró la declaratoria en solitario, sin mayor contribución del Estado peruano. En 2021, el gobierno creó una Unidad Ejecutora para poner Chankillo en valor y hasta hoy, ni el Ministerio de Cultura ni el MEF han cumplido con implementarla, a pesar de que el Estado peruano se ha comprometido con Unesco a invertir en este sitio arqueológico.