[Opinión] Carlos Augusto Dammert: Carta abierta a Keiko Fujimori

A pesar de la desconfianza que sus antecedentes propician, es muy probable y realmente así lo espero, resulte usted elegida presidenta del Perú. La democracia y las libertades que usted viene garantizando a los peruanos a lo largo de su campaña en esta segunda vuelta electoral deberán subsistir y trascender su mandato, pero ambos valores civiles y republicanos deberán también ir acompañados de una profunda y transparente reforma del Estado.

El reto, que confío la mayoría de peruanos le otorgue al elegirla presidenta, implicará la más grande responsabilidad y requerirá de su parte objetivos claros, capacidad para consensuar, valentía, decisión y perseverancia. Exigirá de usted un enorme poder de convocatoria para que peruanos íntegros, altamente capacitados y con innegable vocación de servicio la acompañen en esta gesta histórica que le encomendará el pueblo del Perú. Una gesta que podría equivaler a la que vivió nuestra patria hace 200 años: el riesgo enfrenta a nuestra república, y podríamos perder el futuro a manos de trasnochados y populistas proyectos ideológicos y radicales.

Por ello, la resiliencia que la caracteriza deberá estar sustentada en un liderazgo empático con total transparencia, apertura, madurez, humildad y desapego de todo favoritismo. No son tiempos de clientelismo ni absolutismos partidarios; la historia la obliga, señora Fujimori, a no involucrar en su gobierno a colaboradores adictos. Al contrario, le exige convocar a los mejores y más talentosos peruanos.

Los desafíos que enfrentará serán muchos, pero deberá centrarse en lograr que el Estado adquiera, de una vez por todas, el expertise para prestar, muy eficiente y eficazmente, los servicios básicos que requiere nuestra sociedad.

Solo así se podrá alcanzar con éxito el anhelo de la mayoría de vivir en paz. Su meta, impostergable, deberá reducir la brecha de oportunidades en nutrición, salud, educación, seguridad e infraestructura de agua, desagüe, energía y conectividad, una brecha enorme que separa a los peruanos y en la que radica la fuente del descontento.

Solo con mejores oportunidades, facilitando y promoviendo inversiones, pensando creativamente fuera de la caja para generar empleo digno y adecuadamente remunerado en un espacio de consenso social, seguridad democrática e irrestricto respeto a las libertades, tendremos un futuro con desarrollo equitativo para todos.

La frustración, la desesperanza y la desconfianza en la que incurren la mayoría de peruanos nos ha puesto en la situación de incertidumbre en la que nos encontramos.

La inequidad existente, la corrupción extendida a todas las instancias del Estado, han sido los principales ingredientes del caldo de cultivo que está germinando.

Le daremos nuestro voto, pero estaremos pendientes y vigilantes.