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[OPINIÓN] Ariel Segal: “Sobre el cielo y bajo la piel (II)”

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[OPINIÓN] Ariel Segal: “Sobre el cielo y bajo la piel (II)”
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La semana pasada nos referimos al comienzo de “batalla de los implantes NFC” (tecnologías que funcionan sin contacto físico directo a un aparato) que plantea la pregunta del comienzo de la era de los cíborgs –seres parcialmente humanos y parcialmente robóticos-, imaginados en literatura de ciencia ficción, que predijeron escritores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick, entre otros.
Recuerdo un cuento de Roald Dahl llamado “Piel” que trata de un hombre que había convencido a su esposa de que posara para un retrato que él llevaría tatuado en su espalda para el resto de su vida junto a la firma del pintor. Con el paso del tiempo, el protagonista pierde a su esposa y, solitario e indigente, al caminar por una calle, se da cuenta de que en una galería se exhiben obras del artista que pintó el retrato de su amada. Entonces, el hombre irrumpe al salón y muestra el tatuaje provocando el interés de varios coleccionistas interesados en comprárselo, pero uno le hace una peculiar invitación: lo invita a tener una vida de lujo mientras el viudo lo exhibiría como modelo, viajando a varios museos, hasta su fallecimiento cuando le extraería la piel y se quedaría con el retrato.
En 2006 esta ficción se convirtió en realidad cuando el controversial artista belga Wim Delvoye le ofreció a un hombre, Tim Steiner, ser un “lienzo itinerante” con su espalda tatuada con una de sus obras hasta su muerte, cuando será enmarcada y colgada en una pared.
Así, como de todo ocurre en el inmundo mundo (como dice mi padre), mucho de lo inimaginable termina ocurriendo en la realidad. ¿Qué pasaría si los implantes de microchips, además del potencial que ya demuestran para facilitar la vida de sus usuarios, también nos conducen a distopías de personas utilizándolos con fines perniciosos? Ya el Internet, las redes sociales y la inteligencia artificial, en fin, toda tecnología, demuestra cómo cada potencial maravilloso tiene también un lado oscuro.
Así como el relato de la Torre de Babel plantea el caos por buscar ascender hacia lo recóndito, sabernos sondeados bajo la piel también podría conducirnos hacía distopías.
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