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[OPINIÓN] Aldo Mariátegui: Distribuir esas píldoras como cocorocos

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El Estado debe promover el conocimiento y acceso a los anticonceptivos.
Fecha Actualización
Me parece excelente que el TC le haya dado luz verde a la distribución pública y gratuita de la llamada “píldora del día siguiente”, pues esta es anticonceptiva y no abortiva (así que ya no deberían abrirse polémicas absurdas por ese lado), es un derecho individual de la gente establecer cuántos hijos quieren, evita el trance del traumático aborto posterior a quien no quiera tener niños y no veo mejor forma de gastar sabiamente los impuestos que ayudar a evitar a ese mejor aliado de la pobreza estructural que es la madre soltera adolescente o muy joven (a la que la pareja suele abandonar).
Espero que la regalen como cocorocos (como que también volviese la sana norma obligatoria de los 90 de hacer obligatoria la instalación de dispensadores de condones en locales públicos), pues muchos proyectos vitales personales se frustran por embarazos no deseados y se trae al mundo a personas que luego terminan en la delincuencia y la violencia al crecer sin amor, en condiciones materiales muy difíciles y abandonados a su suerte por padres que no les quieren. El Estado debe promover el conocimiento y acceso a los anticonceptivos, porque ya estamos en el siglo XXI y el país no está para estar creciendo poblacionalmente como conejos tercermundistas, tal como sucedió desde los 40 a los 80, con las consecuencias sociales que ya hemos experimentado (pobreza, delincuencia, violencia política, saturación de ciudades como Lima).
El área habitable peruana es menos del 10% del territorio nacional y muy posiblemente estaríamos bastante mejor en términos sociales y económicos si fuésemos 25 millones de habitantes en lugar de 33 millones (de los cuales tres millones han tenido que emigrar). Pero ni Belaunde 1, Velasco, Morales Bermúdez y Alan 1 captaron algo tan sencillo. Recién con Fujimori se entendió que había que reducir ese excesivo crecimiento poblacional (aunque los siempre imbéciles de los rojos han creado un mito persecutorio con el cuento de las esterilizaciones forzadas).