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La segunda noche tras la mil y una

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Luego de contactarlo, el empresario viajó inmediatamente al Perú para conocer al pequeño. (Difusión)
Fecha Actualización
Cuenta la historia que un día, en un reino muy pequeño pero próspero, un hombre se conmovió al ver una imagen de un niño pobre que realizaba sus tareas escolares, tarde en la noche, bajo la luz de un farol. Entonces, el hombre decidió surcar continentes para visitar al niño y un buen día se le apareció para contarle que a través de una máquina mágica logró ver cómo estudiaba. El hombre tenía mucho dinero, pero aún más grande que su riqueza era su corazón y decidió ayudar al niño, a su familia y a su colegio, con donaciones para que todos fueran más felices.
La luz que iluminaba al niño que estudiaba y que fulguró el alma del hombre que llegó a visitarlo de lejos no proviene de la lámpara maravillosa de Aladino, sino de un poste de alumbrado público en una calle del distrito Moche, en la provincia peruana de Trujillo, y permitió que un rico filántropo del Reino de Baréin viera la escena porque circuló en la actual “ruta de la seda” hecha con minerales que provienen de la tierra y establecen el “camino de las ondas” que hoy llamamos red social.
Es así como el empresario millonario Yaqoob Mubarak pidió conocer más sobre el niño, Víctor Angulo Córdova, su familia y sobre el pueblo, para ayudarlos a mejorar su estándar de vida.
Nuestro personaje árabe no pudo llegar con la rapidez de un simple “ábrete, sésamo”, pero finalmente llegó a Moche, y como ya había hecho con varias personas pobres en otras partes del mundo, visitó al niño y a su familia, regaló computadoras para el colegio del niño, pidió al Gobierno peruano permiso para mejorar la infraestructura de su escuela y presentó a la empresa que ampliará la casa de la familia Angulo Córdova.
Y así se agrega, pero en Perú, un nuevo capítulo a Las mil y una noches.
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