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Mercedes Aráoz: TPP y los cantos de sirenas

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El Acuerdo Transpacífico recientemente firmado luego de largas y arduas negociaciones entre 12 economías muy diversas, incluida la nuestra, inicia una nueva etapa para su aprobación en los congresos respectivos, si así toca, y su puesta en vigencia. Esta historia empieza en la reunión de APEC 2008, en Lima, cuando los ministros de Comercio de los países fundadores (P- 4) invitan a algunos países nuevos de la región Asia-Pacífico, entre ellos el Perú, a formar parte del mismo. Me tocó ser la ministra de Comercio en ese momento y recuerdo claramente las condiciones: ser una economía de mercado, dispuesta a la apertura comercial y a las inversiones, y tener compromiso con un sistema jurídico independiente, además de estar comprometidos a cumplir con los objetivos de este megaacuerdo. Además, varias de estas economías ya tenían algún tipo de acuerdo comercial con Estados Unidos; y con varios de los países del P-4, algún interés por abrir sus mercados de manera recíproca con ellos.

Recuerdo los estudios técnicos que nos mostraban que ante cualquier eventualidad era mejor ser parte que no serlo, ya que en conjunto estos países son más de la mitad del PBI total y de la demanda total, muchos de ellos economías emergentes con alta probabilidad de seguir la senda del crecimiento. Otro elemento por considerar era que no bajáramos de los acuerdos recientemente aprobados o en proceso de negociación, con lo que al mismo tiempo que negociamos la entrada a este bloque también iniciábamos nuestras negociaciones con China, Japón y Corea. Nunca fue ni hubo la intención de separarnos de estas alianzas estratégicas que el Perú logró firmar, sino que nos permitieran abrir más lazos de amistad en simultáneo con las naciones al otro lado del Pacífico. El proceso ha sido largo –ocho años–, sin embargo la forma de negociar del Perú continuó siendo una con apertura a los interesados. Siempre hubo consultas con los diferentes intereses que pudieran verse afectados. El secreto de la negociación es siempre así, porque, ¿para qué crear expectativas sobre un texto no consensuado?

Mucho de lo que se acusa ahora, de cambios, son legislaciones que ya aplicamos desde el TLC con EE.UU. y está comprobado que bajaron los precios de medicinas por la implementación de mecanismos de competencia en las licitaciones públicas. No nos dejemos engañar por falsos profetas y aplaudamos a nuestros negociadores.

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