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Lluvia de millones

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La declaración de Dionisio Romero Paoletti ante el fiscal José Domingo Pérez, sobre las millonarias donaciones que hizo Credicorp Ltd. a la campaña presidencial de Fuerza Popular en 2011, hunde un pelín más a Keiko Fujimori, ya que el origen de ese dinero, aunque legal, fue ocultado a la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Credicorp no figura como aportante del partido, pese a que, en total, le transfirió más del triple del monto que llegó –ese sí, de origen ilegal– vía Odebrecht. Es decir, 3 millones 650 mil dólares que no están incluidos, ni por asomo, en los registros de la ONPE. En lugar de ser transparente con las finanzas de su organización, la lideresa de FP decidió pitufear el dinero, solapándolo a través de un pequeño ejército de falsos aportantes, como ya había hecho con otras sumas recibidas para potenciar su carrera hacia la Presidencia de la República. Una práctica, detectada en su momento por el equipo especial de la Fiscalía, cuyo objetivo era blanquear las donaciones de proveniencia cuando menos sospechosa, que ahora parece tomar la forma de un modus operandi de la hueste fujimorista, con el contante y sonante que canalizaba tanto de fuentes lícitas como de las otras.
Por qué mentir en un asunto tan delicado como el de los aportes partidarios, es algo que deberá responder la propia Keiko, como ya ha respondido, con luminosidad primaveral, Jorge Yoshiyama, cuando, la semana pasada, se dejó de evasivas y contó su verdad sobre el pitufeo que le tocó manejar, por encargo, según refirió, de su tío Jaime Yoshiyama y la lideresa de FP. Más lejos habría llegado Joaquín Ramírez, exsecretario general del partido, acusado de haber pitufilavado dinero –se habla de unos 15 millones de dólares, presuntamente entregados por la señora Fujimori– para la campaña de 2011, a través de grifos y propiedades cedidas a la organización.
Si alguien dudaba de que hubiese razones sólidas para investigar a fondo los tejemanejes financieros de Fuerza Popular y sus campañas presidenciales, este es un buen momento para replantearse el tema. Salvo que en el Penal Anexo de Chorrillos alguien comience a pituficantar claro.