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Kafka en la Digemid

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(Foto: Andina)
Fecha Actualización
Mientras los peruanos de la tercera edad han comenzado a inscribirse masivamente, no sin emoción y optimismo, en las páginas web de Essalud, para recibir la primera dosis de las vacunas contra el COVID-19, en algunas burocracias del Estado parecen empeñados en recordarnos que en nuestro país nada es fácil, mucho menos un simple trámite o papeleo, que le dicen.
Los Wayrachis –que en quechua quiere decir “ventilación”– son unos aparatos que regulan el flujo del oxígeno medicinal en cada equipo, una suerte de cánula ventilatoria que ayuda significativamente a controlar a los pacientes graves que necesitan auxilio respiratorio y que en muchos hospitales ha hecho la diferencia entre la vida y la muerte. Estos dispositivos son producidos enteramente en el Perú desde el año pasado y son donados al Ministerio de Salud y Essalud, pero en enero último la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) decidió incluirlos en la lista de productos médicos que necesitan una inscripción sanitaria antes de ser distribuidos.
Con tan ocurrente y “oportuna” disposición, el organismo del Minsa ha logrado así detener su producción hasta que se regularicen sus papeles, mientras miles de peruanos en estado de gravedad se debaten hoy mismo contra los efectos del coronavirus.
Los burócratas de la Digemid, conocidos por poner obstáculos hasta para la importación de un cepillo de dientes y por haber terminado embarrados hasta el cuello en el escándalo de las vacunas VIP, alegan que “por un tema de seguridad, ya sea regalado, donado o lo que sea, deben tener el monitoreo de Digemid. Son usados en humanos y tiene que estar registrado”.
La eficiencia de los Wayrachis ha sido demostrada exhaustivamente, cuenta con el respaldo de numerosos profesionales altamente calificados y no se han reportado episodios de riesgo con su empleo. Sabemos, sin embargo, no solo gracias a Kafka, que la esencia de la burocracia es demostrar en todo momento el poder de determinados funcionarios, no importa que, como en este caso, sus exigencias pongan en riesgo vidas humanas.
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