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Juan Mendoza Pérez: La marea del atraso sobre Las Bambas

“La mina elevaría la tasa de crecimiento del PBI del Perú en 2% el 2016. El proyecto generaría al menos 400 millones de soles anuales en canon”.

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Economista

La postergación de Las Bambas sería un suicidio económico e institucional para el Perú. El impacto macroeconómico de la mina es excepcional. Además, atrasar el proyecto sería un golpe devastador al Estado de derecho.

Las Bambas es el proyecto minero más grande de la historia del país. Su entrada en producción aumentaría las exportaciones en 2,500 millones de dólares, equivalentes a tres veces el PBI de Apurímac. La mina elevaría la tasa de crecimiento del PBI del Perú en 2% el 2016. El proyecto generaría al menos 400 millones de soles anuales en canon, vale decir 1,000 soles por cada apurimeño. El valor total de la mina es de por lo menos 34,000 millones de dólares, equivalentes a 17% del PBI nacional de hoy.

Hay dos tipos de oposición a Las Bambas. Primero están quienes buscan obtener más dinero por parte de la empresa, ahora que el grueso de la inversión ya se ha hecho. En segundo término, Las Bambas es un nuevo escenario de la guerra que el radicalismo antiminero le ha declarado al Perú. Al igual que en Conga y Tía María, la supuesta defensa del medio ambiente es un caballo de Troya que oculta el verdadero objetivo de los radicales: detener la locomotora de la minería para luego descarrilar el modelo de economía de mercado.

La antiminería recurre a la desinformación y a la mentira para agitar los ánimos. Se asusta diciendo que la planta de molibdeno es un riesgo para la salud. Se ha llegado al extremo de afirmar que los niños de Cotabambas han crecido poco debido a la contaminación, a pesar de que la mina todavía no opera. No se menciona que la empresa ya ha financiado proyectos comunales por cientos de millones de soles.

A fuerza de mentiras y falta de escrúpulos, la antiminería está ganando todas sus batallas en los últimos años aprovechando la absoluta indolencia del gobierno para hacer respetar el Estado de derecho. Los perdedores somos quienes queremos que nuestro país no siga siendo subdesarrollado.

Sin duda, la próxima administración no debe dejar a las empresas privadas a merced de los radicales. Pero, además, hay que evitar que el canon siga siendo un botín, hay que establecer mesas de diálogo permanentes, potenciar el programa de obras por impuestos, y aprender de las lecciones positivas de la contribución minera voluntaria impulsada por el gobierno anterior.

Las Bambas es más grande que la suma de Conga y Tía María. ¿Qué ganamos dejando el cobre en el subsuelo? ¿Queremos seguir perpetuando la pobreza y el atraso?