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Juan Mendoza: La burbuja china y el Perú

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Fecha Actualización
La burbuja china ha reventado. En menos de seis semanas la bolsa de Shanghái ha perdido un tercio de su valor. Algunas acciones han caído a menos de la mitad. El colapso bursátil chino puede convertirse en una seria amenaza para el crecimiento del Perú y del mundo.

Recordemos la historia de la burbuja. Luego de varios años de relativa estabilidad, las acciones chinas iniciaron un estrepitoso aumento a mediados del 2014. Así, hasta fines de mayo el índice general de la bolsa de Shanghái había crecido en 150%. Pero el aumento en los precios de las acciones nada tenía que ver con la marcha de la economía china, que ha venido desacelerándose consistentemente durante los últimos años. La razón del boom en los precios fue que el Gobierno chino, en su afán de aumentar su popularidad y promover la inversión bursátil, cambió la regulación para permitir que las personas compraran acciones con deuda. El cambio regulatorio generó furor por la bolsa entre los ciudadanos de a pie. Unos 40 millones de pequeños inversionistas invirtieron en la bolsa, algunos con plata prestada, otros apostando sus ahorros.

Todo era fiesta mientras los precios estaban al alza, a medida que más y más personas entraban en la bolsa. Pero todo lo que sube sin fundamento tarde o temprano caerá. Y desde junio la fiesta se transformó en pánico y desencanto generalizados entre los inversionistas que vieron evaporar sus portafolios más rápido de lo que subieron. Las pérdidas bursátiles en China son mayores que el PBI de Inglaterra o equivalentes a 20 veces el PBI del Perú.

Ante la monumental caída de la bolsa, el Gobierno chino ha tomado medidas desesperadas como que el propio Banco Central financie la compra de acciones o el que más de la mitad de los valores dejen de cotizarse. Estas medidas están destinadas a fracasar, pues no se puede maquillar la realidad. El grave error del Gobierno chino ha sido pensar que se puede crear riqueza verdadera a través de incrementos ficticios en la bolsa.

Con suerte, el derrumbe bursátil no afectará la economía china. Pero si el desencanto de millones de personas se traslada a la inversión y al consumo en la China, el crecimiento mundial se reducirá sustantivamente, pues perderá un motor fundamental.

Una rápida desaceleración en el gigante asiático sería nefasta para el Perú, pues caerían la demanda y los precios de nuestras exportaciones. La China es el destino del 20% de las exportaciones peruanas y consume la mitad del cobre en el mundo, nuestro principal producto de exportación.