/getHTML/media/1229342
Nicolás Yerovi: "Celebramos la sobrevivencia"
/getHTML/media/1229339
Fernán Altuve: "¿Presentar candidato de 87 años se puede considerar estabilidad?"
/getHTML/media/1229338
Orgullo de ser peruano: ¿Qué nos hace sentirlo?
/getHTML/media/1229336
Nancy Arellano sobre Elecciones en Venezuela: "Esta no es una elección tradicional"
/getHTML/media/1229265
Zelmira Aguilar: "Alejandro Villanueva creó el estilo de juego de Alianza y Selección"
/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229009
Javier Arévalo, escritor: "Sin bibliotecas, el hábito de leer no nace en los niños"
/getHTML/media/1228674
Mujeres Aymaras sorprenden con su arte en Desfile de Modas
PUBLICIDAD

Encuestas miserables

No obstante que es en la lucha contra la delincuencia donde el presidente Humala recibe la peor nota (Encuesta nacional urbana GFK, diciembre del 2012), el mandatario no parece entender el problema ni encontrar las herramientas para resolverlo.

Imagen
notitle
Fecha Actualización
Guido Lombardi,Opina.21glombardi@peru21.com}

Salvo proferir gruesos y reiterados epítetos contra uno de los delincuentes fugados del Centro de Rehabilitación de Maranga, de llenar la Policía Nacional de generales y de 17 nuevas direcciones ejecutivas (pese a la anunciada "reingeniería" anunciada el 2011, cuando el entonces primer ministro Óscar Valdés dijo textualmente que "no podía ser que la Policía tenga tantos generales") y de exigir que se revise la legislación para poder trasladar a penales de máxima seguridad a menores que incurran en asesinatos, ni el presidente, ni su ministro del Interior, ni alguno de los miembros de Consejo Nacional de Seguridad parecen tener ideas claras al respecto.

Tampoco parecen dispuestos a escuchar a los especialistas (que los hay y de primer nivel) en el tema. Se han creído el cuento –que viene desde el gobierno anterior– de que el problema de la seguridad ciudadana se resuelve con más policías en las calles (no importa lo mal preparados que estén) y, sobre todo, con más patrulleros (que normalmente se compran con sobrecosto, sin los repuestos necesarios para su mantenimiento y que terminan custodiando y "abriendo calle" a los altos dignatarios del Estado).

Mientras tanto, en los últimos tres años hemos pasado de una tasa de 11 homicidios por cada 100 mil habitantes en el 2009 a una tasa de 24 homicidios por cada 100 mil habitantes en el año que acaba de terminar. En este tema, mal que nos pese, el presidente Humala parece querer quitarle a Caracas el triste privilegio de ser la ciudad más violenta en el continente más violento del mundo. Y, tal como vamos –aunque la meta es ambiciosa–, lo va a lograr a corto plazo.