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El fin y los medios

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En el Perú nunca hemos sido muy objetivos. Pero la polarización actual nos ha llevado a la exageración desbocada de subjetividad.
Un ejemplo son las reacciones en redes sociales a mi último artículo, la semana pasada en esta página (“Y ahora, ¿cómo ‘desjodemos’ al Perú?”, 6/10/19).
Por un lado, los ‘vizcarristas’ (que más que vizcarristas son en realidad ‘antifujimoristas’) reaccionaron con frases al artículo como “fujitroll, a quién quieres engañar”, “qué buena publicidad fujimorista”, “asolapada página fujiaprista” o, más sorprendente aún, “así son todos los caviares”.
Por otro lado, los fujimoristas, con algunos apristas que se ponen de lado de quien fue su peor enemigo (recordemos el escape de Alan García por la azotea, lo perseguía Fujimori), sueltan frases como “qué se puede esperar de un mermelero”, “escribes en un periódico que está en la planilla de Vizcarra” o “este artículo no hace más que desmerecer lo que ha hecho Vizcarra y (...) se encarga solamente de criticar a Vizcarra y casi nada al Congreso”. Y es solo una pequeña muestra entre muchas reacciones similares.
El tono no me sorprende. Es parte de la libertad de expresión y hay que tolerarlo.
Lo que sorprende es cómo el mismo artículo puede generar reacciones igual de agresivas (y eso que no he incluido las peores) por parte de los dos bandos enfrentados.
Cito un par de párrafos de mi artículo para mostrar a qué me refiero:
“Poco probable que los fujiapristas regresen a sus inmerecidas curules. Poco probable que Vizcarra reconozca que se excedió y que rompió las reglas, y por tanto seguirá siendo, inmerecidamente, presidente hasta 2021”.
“La crisis tiene una coyuntura. Impresentables y picones fujimoristas y apristas copando el Congreso, rodeados de figuras no necesariamente mejores, enfrentados a un presidente que esconde bajo el enfrentamiento su absoluta incapacidad de gobernar”.
Sinceramente no me es fácil entender cómo puedo ser un “fujitroll” y al mismo tiempo un “mermelero”. Pueden decir que el artículo es antifujimorista (que lo es) o “antivizcarrista” (que lo es). Pero no entiendo cómo una lectura simple y completa puede derivar en ser fujimorista o vizcarrista.
Ya no solo no toleramos a quien toma partido por el bando contrario, sino a quien no toma partido por el nuestro. No se admite no tomar partido por ninguna de las posiciones que, al menos en mi opinión, son ambas impresentables. Y lo que me preocupa realmente es si esta incapacidad estructural de lograr consensos entre los políticos y que es la causa principal de todo el zafarrancho en el que vivimos, no es en realidad solo expresión de la incapacidad de lograr consensos que vivimos los peruanos en general.
Hemos desarrollado un desapego absoluto a lo que son las reglas (legales y éticas) y caído en el fácil (y engañoso) argumento de que “el fin justifica los medios”. Todo vale, para unos, para acabar con los fujimoristas. Y nada está prohibido si se quiere destruir a Vizcarra. Pero el día que admitimos esa idea, renunciamos a la base sobre la cual podemos reclamar que se nos reconozca como verdaderos ciudadanos.
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