Tumbes tiene 172 mil electores y elige a 2 congresistas, Ayacucho con 494 mil electores elige a 3 congresistas, San Martín con 665 mil electores elige a 4 congresistas, pero un distrito como San Juan de Lurigancho con 791 mil electores no tiene representante directo, lo mismo que San Martin de Porres con 665 mil electores y ningún representante, al igual que Comas o Ate.
En el Perú tenemos congresistas, pero no tenemos representantes.
El caso de Lima es paradigmático. Más de 8 millones de electores eligen a 33 congresistas. Es decir, cada partido presenta una lista de 33 candidatos y en función de los votos obtenidos por cada partido y la aplicación de la cifra repartidora, se le asigna un número de parlamentarios.
En la práctica, basta que un candidato tenga alto respaldo popular y por el caudal de sus votos, entrarán por arrastre varios más que no son líderes y que no han sido sometidos al escrutinio popular.
Esta relación etérea y difusa entre múltiples congresistas y un electorado de millones hace que no exista ninguna obligación por rendir cuentas por parte de los congresistas y que los ciudadanos no tengan un representante específico a quien acudir o llamar.
La democracia representativa se basa en el principio que individuos electos representan a un grupo de personas. Los ciudadanos eligen a sus representantes y delega en ellos, el poder que por derecho natural le corresponde a toda persona en una democracia. Así los representantes son responsables ante los ciudadanos por su actividad congresal, generando una relación bidireccional, de control y rendición de cuentas.
Esto se ve, claramente, en los sistemas donde los congresistas son elegidos bajo distritos uninominales. Las regiones se dividen en distritos electorales, en los que un grupo específico de personas elige a UN solo representante. Cada partido presenta un solo candidato por cada distrito electoral, con lo que el escrutinio y debate es mucho más intenso y los electores pueden tomar decisiones mejor informadas.
De esa manera, los electores saben perfectamente quién es SU representante y este sabe quienes son sus representados. Este sistema empodera al ciudadano y lo hace partícipe, en mucho mayor grado, de los quehaceres cotidianos de la política.
Otra característica de los sistemas de elección uninominal es que tienden a reducir la dispersión de partidos, pues en cada distrito electoral únicamente hay un solo representante: el que gana las elecciones.
Así el estado de las cosas, será sano para nuestra democracia poner en debate el actual sistema de distrito electoral plurinominal que tenemos en el país. Es una reforma pendiente y necesaria.