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Cinco minutos de conversación…
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El cambio de gobierno en los Estados Unidos fue una fiesta por el triunfo de la democracia. Probablemente la algarabía haya tenido mucho que ver con el saberse libres de un presidente que, desde el primer día, causó división entre los ciudadanos de su país y enfrentamientos con otras naciones. Siempre me ha quedado la pregunta de cuánto estarían ganando las empresas de Trump cada vez que anunciaba medidas que afectaban la relación comercial con China. La elección de Trump, en su momento, podría ser explicada por lo que decía Churchill: “El mejor argumento contra la democracia son 5 minutos de conversación con el votante medio”. Aún así, y lo hemos visto ahora, sigue siendo el mejor sistema: el único que garantiza que el gobernante elegido tenga un periodo y que sea sustituido cumplido el mismo.
Claro, las cosas en el Perú no se han dado exactamente así: tenemos un presidente que alguien decidió legitimar sin mayor argumento que haber votado en contra de la vacancia de Vizcarra, un vicepresidente que se hizo arteramente del poder y que deshizo el Congreso para reemplazarlo por quienes luego lo sacaron a él. Como quien dice, “quien a hierro mata…”. Lo inaudito es que se siente autorizado para opinar y postular, y tiene seguidores (otra vez aquello del “votante medio”).
Con este antecedente, ¿será posible que los peruanos logremos en abril un proceso electoral transparente? Estamos muy concentrados en el mensaje de que esta vez “tenemos que saber elegir”. Pero hay un problema previo a resolver: ¿tenemos buenos candidatos entre los cuales elegir? Hasta ahora, después de algunas entrevistas a los mismos, podríamos parafrasear a Churchill: parece que contra la democracia, peor son 10 minutos de conversación con el candidato medio.
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