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La marcha del millón

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(EFE/Fernando Bizerra Jr).
Fecha Actualización
Hay imágenes que marcan a una generación y hacen historia. La movilización del viernes en Santiago, solo comparable con las que se vivieron en Chile durante la caída del pinochetismo tres décadas atrás, ha dejado varias. Una imagen en particular, capturada por la actriz Susana Hidalgo, se viralizó hasta convertirse en el emblema visual de la semana: en ella se ve a ciudadanos chilenos trepados sobre el monumento al general Baquedano con un cielo que parece prendido en llamas como fondo. En la foto se notan varias banderas, pero la que se iza sobre las demás es la mapuche, como reivindicando al pueblo más oprimido del vecino país del sur.
Salvador Allende ya lo había anunciado algunas décadas atrás: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Y Pablo Milanes hizo lo mismo cuando cantaba, vestido con un polo de Víctor Jara, “yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada. Y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes".
El momento que se vive en Chile tiene una fuerte carga simbólica, no solo para ellos, sino para el resto de Latinoamérica. En especial para Perú, que desde los noventa se ha dejado llevar de las narices por la fe ciega en el mercado, aceptándola sin matices. Muchos en nuestro país siguen sin reconocer que el mercado solo, aunque eficiente para asignar recursos, no está siendo capaz de hacer frente a la inequidad y al desconcierto, ni de asegurar que el bienestar no sea solo para unos pocos. Decir esto no es de radicales, sino de sensatos, como lo ha demostrado la juventud chilena que abre camino a un cambio que allá y acá no puede esperar más.
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