“Quedé tan, pero tan golpeado que hasta ahora no puedo mencionar su nombre, no me sale”, me dice el joven que tengo al frente, hablando de una relación amorosa, la más importante de su vida, que terminó abruptamente la pareja hace cuatro años. “Es más”, prosigue, “ni siquiera para mis adentros, en mi fuero interno, puedo pensar su nombre”.