Fue un mensaje aburridísimo, muy largo, sin ningún tema interesante, sin ninguna agresividad, sin pena ni gloria. Esperaba que el presidente Castillo prefiriese quedar como revolucionario antes que quedar como corrupto, esperaba algún tipo de anuncio impactante sobre la Asamblea Constituyente, sobre algo, pero ha sido un discurso totalmente gris, ha intentado pasar desapercibido, hacerse el muerto un rato, porque se siente acorralado por las denuncias de corrupción y es un mensaje para el olvido en uno de los momentos más duros en la historia reciente del Perú.