La primera temporada de La casa de la flores es insuperable, y en eso creo que todos estamos de acuerdo. La segunda fue un bajón, y la tercera tiene grandes momentos que nuevamente cuestionan de manera frontal la homofobia, la transfobia, y la doble moral. Y allí radica la relevancia de la creación de Manolo Caro, un director que no renuncia a la crítica social, y que a lo largo de su múltiple producción ha alcanzado una voz propia inspirada en Almodóvar, de quien se confiesa seguidor apasionado.