– El Perú es un país cheverengue y tragicómico a la vez. Es que uno no puede menos que sonreír al ver al ministro Figallo pelearse con el TC por las indemnizaciones a los afectados por la Reforma Agraria y, al mismo tiempo, recordar que su padre, Guillermo Figallo, fue el presidente del tristemente célebre Tribunal Agrario durante el velasquismo, el monstruoso ente que se encargó de poner en marcha aquel gigantesco robo abusivo e ideológico que fue la Reforma Agraria peruana, engendro que sumergió a nuestro agro en la debacle por un cuarto de siglo.