Sow llegó a Europa para proteger su integridad. A los ocho años, le extirparon el clítoris, una práctica muy extendida en su país de origen, Guinea Conakri. Ahora, con una niña de dos años nacida en Bélgica y otra en camino, lucha por legalizar su situación, como otros miles de inmigrantes en situación ilegal.