Incluir rutinas de ejercicios de bajo impacto, mantener un peso adecuado y evitar cargas pesadas permiten ralentizar los estragos del tiempo en las articulaciones.
Con el frío los músculos se contraen y las articulaciones se ponen más rígidas, tensando tanto los tendones como las fibras musculares, lo que trae como consecuencia, presión en las articulaciones y dolor.