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La historia detrás de ‘El hombre que cae’, la foto del 11S que conmovió al mundo

El fotógrafo de AP, Richard Drew, cuenta cómo tomó la imagen que capturó la tragedia de aquel trágico 11 de setiembre de 2001.

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Un hombre se arroja desde una de las torres del World Trade Center. “The Falling Man”. (Foto: Richard Drew - AP).
Fecha Actualización
Han pasado ya 20 años del trágico atentado terrorista a las Torres Gemelas, del cual se han capturado cientos de imágenes. Sin embargo la instantánea tomada por Richard Drew, fotógrafo de AP, sin duda es una de las más impactantes y conmovedoras: “The Falling Man, El hombre que cae”. Recordamos la historia de esta fotografía.
Quizá recordado como la fotografía ícono de la tragedia, esta se convirtió en una de esas imágenes que representan muchas cosas, entres trágicas, dramáticas y totalmente tristes, de un evento que marcó la historia de un país entero.
Y es que, quizá muchos de los neoyorkinos quisieran borrar aquellos eventos de sus memorias, una tragedia que costó la vida de muchos y significó un drama sin precedentes en el país norteamericano.
Sin embargo, la búsqueda del hombre que aparece en la imagen, son la conexión más íntima que tenemos con el horror de aquel día.
La resistencia a la imagen comenzó desde el primer momento. “Seguramente son pájaros, mi amor”, le dijo una mujer a su hija, que preguntaba qué era lo que estaba viendo. “Baje esa cámara, ¿usted no tiene decencia?”, le gritó un policía a un transeúnte que tomaba fotos.
Drew cuenta que ese día tomó el metro desde Times Square a la calle Chambers, la parada anterior al World Trade Center. Lo primero que vio al salir de la estación, cuenta, fueron las columnas de humo en las dos torres.
Cuando se dio cuenta de que había personas que salían por las ventanas en los pisos incendiados, sacó la cámara instintivamente y empezó a tomar fotos. Hasta que hizo la que luego sería conocida como The Falling Man.
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“Es una fotografía muy tranquila, no es como otras tomas violentas de otros desastres. No hay sangre, no hay agallas, no hay nadie que reciba un disparo. Pero la gente reacciona a ella, de una forma en la que sienten que pueden relacionarse con ella. Porque ellos podrían haber estado en la misma situación y podrían haber tomado la decisión del hombre que se ve en la fotografía”, relató Drew en una entrevista con Times.
Pese a las especulaciones que giraron en torno a la identidad de este hombre, nunca se difundió oficialmente su identidad, por lo cual se le conoce hasta hoy como “El hombre que cae”.
No fue posible recuperar ni identificar los cadáveres de las decenas de personas que murieron luego de verse forzadas a lanzarse al vacío.
En 2005, la vocera de la Oficina del Forense de Nueva York, Ellen Borakove, le dijo al diario The Washington Post que los expertos ya habían agotado todas las posibilidades de la tecnología existente hasta entonces, para recuperar e identificar los restos. Pero los médicos, aseguró, prometieron que nunca dirán “caso cerrado”.
Todas las víctimas fueron declaradas muertas por homicidio causado por trauma contundente, excepto los secuestradores asesinos. Quienes se vieron forzados a lanzarse al vacío no fueron declarados muertos por suicidio.
Fue Tom Junod, de la revista Esquire quien, por primera vez, en un artículo publicado en septiembre de 2003, llamó a la foto The Falling Man. Según Junod, se trataba de Jonathan Briley, de 43 años, técnico de audio del restaurante Windows of the World (Ventanas al mundo) en el piso 106 de la Torre Norte y residente de Mount Vernon, en Nueva York.
Algunos de sus compañeros de trabajo, al ver las fotografías de Drew, pensaron que podría ser El hombre que cae. Era de piel ligeramente oscura. Medía más de seis pies y medio y tenía 43 años. Tenía un bigote y un chivo y pelo corto. Tenía una esposa llamada Hillary.
El padre de Briley es un pastor cristiano que, después del 11 de septiembre de 2001, reunió a toda su familia y le pidió a Dios que le dijera dónde estaba su hijo. Al día siguiente, el FBI lo llamó. Habían encontrado el cuerpo de su hijo. Milagrosamente, estaba intacto.
El hijo más joven del pastor, Timothy, fue a identificar a su hermano. Lo reconoció por los zapatos: llevaba botas negras altas. Timothy le quitó una y se la llevó a casa y la puso en el garaje como recuerdo.
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