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La desigualdad no es el problema

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Mientras en la izquierda siguen priorizando la desigualdad como problema, pierden de vista que el principal es la pobreza y la falta de productividad de los peruanos, y que la desigualdad sigue cayendo.
Fecha Actualización
POR ASOCIACIÓN DE CONTRIBUYENTES
Suena complicado, pero es fácil: el coeficiente de Gini mide la desigualdad en el ingreso. Este indicador es un número entre 0 y 1, donde cero implica perfecta igualdad en la distribución del ingreso, y uno, perfecta desigualdad (existe una sola persona u hogar que concentra todo el ingreso). La perfecta igualdad es imposible, recuerden eso.
En el Perú el índice de Gini ha decrecido (es decir, la desigualdad se ha reducido) en los últimos años, llegando a sus niveles mínimos en 2022. Esto quiere decir que la desigualdad en nuestro país ha disminuido de manera consistente. Si comparamos a Perú con sus pares en Sudamérica vemos que en 2021 fue uno de los países con menores niveles de desigualdad (ver gráfico). Ahora, ¿es correcto presentar la “desigualdad como el principal problema”?
De acuerdo con Harry Frankfurt, lo crucial no es tanto la disparidad de ingresos entre personas, sino la falta de recursos suficientes para aquellos con menos recursos. Él sostiene que si pudiéramos garantizar que incluso los más pobres tengan recursos adecuados para llevar vidas dignas, la preocupación por las diferencias entre quienes tienen más y menos recursos sería menos relevante (On Inequality, Harry G. Frankfurt - 2015).
La raíz del problema, según Frankfurt, no es la desigualdad en sí, sino la pobreza y la privación que experimentan los más desfavorecidos. Incluso si las personas con menos recursos son muy pobres, no sería una mejora reducir a todos al mismo nivel de pobreza. En lugar de centrarse en la igualdad en sí, la prioridad debería ser mejorar la situación de los más desfavorecidos, eliminando la pobreza y asegurando que tengan recursos adecuados.
Para 2021, el INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática) calculó la línea de pobreza tanto para el área rural como urbana. La línea de pobreza se calcula con base en el costo de la canasta mínima de consumo, en otras palabras, cuánto cuesta vivir en cada región. Estos costos varían dependiendo de la zona y región natural. Las áreas urbanas generalmente tienen un costo de vida más alto debido a la mayor demanda de bienes y servicios, lo que a menudo resulta en precios más elevados. Los alquileres, la alimentación, el transporte y otros gastos básicos tienden a ser más costosos en las ciudades. Se puede ver que el costo de vivir en las zonas urbanas es 42% mayor que el de las zonas rurales.
Si tomamos los datos de ingreso real de 2022 y los dividimos entre el costo de canasta de consumo por persona (línea de pobreza) de cada área, vemos que con el ingreso real por habitante urbano puede pagar 2.7 canastas urbanas y el ingreso de una persona del ámbito rural, 2.1. La diferencia no es mucha.
Ahora, ¿puede haber muchísima desigualdad? No, tampoco es correcto. Si el Estado funcionara bien, si nuestros impuestos fueran utilizados de la forma correcta, los más pobres tendrían mejores servicios de salud y educación y podrían competir más en el mercado y ser mejores empresarios y ganar más dinero. El problema está, otra vez y como siempre, en el Estado. El buen funcionamiento del Estado reduciría la desigualdad entre peruanos, definitivamente. Si hubiese menos desigualdad efectivamente, el poder estaría distribuido de una forma más equitativa, la clase media sería más amplia y todos podríamos participar más de las decisiones de los políticos. Entonces, reducir la desigualdad ES IMPORTANTE, pero para reducirla lo primero que se debe hacer es REDUCIR LA POBREZA y hacer que el Estado FUNCIONE BIEN. Esta es la fórmula, no al revés.

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