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“Muerto de Risa”: Autoayuda con extra de humor [RESEÑA]

Gonzalo Ladines reflexiona como director en una cinta de cómo la tragedia y el humor, accidentalmente, pueden ir de la mano.

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¿Puede tu vida re-empezar desde lo más alto? ¿Acaso la edad o el ego permitirán que aprendas trucos nuevos para adaptarte a los tiempos actuales y cambiantes? Esta y otras preguntas desean ser resueltas en la nueva cinta “drama-comedia” del guionista-director Gonzalo Ladines (”Los Cinéfilos”, “Como en el Cine”), “Muerto de Risa”.
Javi Fuentes (César Ritter) se cree estar en la cúspide del mundo. Es el anfitrión talk-show más aclamado y querido del Perú, con un sentido del humor en donde se especializa burlándose de los demás. Pero tras la muerte de su padre (Hernán Romero), Javi pierde el rumbo de su camino; llevando a que bajen los ratings y su humor se empobrezca. Cuando la productora de su show decide cambiarlo por un influencer más joven y más “acorde con los tiempos” (Daniel Menacho); Javi decide ir en búsqueda de perfeccionar su humor. Encontrará para ello a Alfonsina (Gisela Ponce de León), una comediante de stand-up que detrás de su faceta carismática, esconde demonios alcohólicos. Juntos, Javi llevará a descubrir la esencia de la verdadera comedia, y al paso; la esencia de su ser.



La película no intenta ser una comedia por completo; por lo que se agrada. Tampoco es cuestión de ser un aguafiestas y repudiar todo el género en sí (pues el humor es netamente subjetivo); pero siempre es interesante encontrar un autor que juega con las convenciones del género e intenta analizarlo a mayores profundidades con el guion. Y lo bueno es que el mensaje no desentona, ya que la trama se adapta perfectamente a las reflexiones finales: los personajes principales son comediantes en búsqueda de la fórmula exacta para el chiste perfecto; es lógico que tengan conversaciones sobre ello.
Pero funciona. Siempre se dice que el mejor comediante es aquel que usa el humor como un espejo frente a la sociedad, y mediante el cual puede notas las fallas y las faltas. No es un oficio para mantener la arrogancia en alto. La humildad te puede llevar lejos en algunos rubros; y siempre puede ayudar en un trabajo tan reflexivo y que invita a la interiorización como lo es la comedia. Si reconoces tus errores, puedes sacar humor más fácilmente de tu ser. Ese es un elemento clave que llegan a reconocer los personajes de la cinta.

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Ritter da todo de sí, representando un personaje multifacético; uno que llegó al éxito pronto, y está en un momento de su vida en que no quiere llegar a aceptar sus fallos, pero que esconde tras ese egocentrismo mucho dolor. Bojack Horseman humanizado y peruanizado. Pero Ponce de León tampoco se queda atrás, mostrando una figura agridulce en su personaje. Alfonsina tiene tantos demonios como Javi, quizá algunos más, pero es madura al darse cuenta a primera vista de sus problemas, aunque le cueste tratarlos. Se agradece que al personaje de Leon le es dado la suficiente gravedad sin convertirlo en una parodia o un mal chiste; pero que tampoco lleva a transformarse en una aguafiestas.


Un dilema interesante que la película llega a reflexionar es que la comedia también puede servir como terapia. De tanto dolor que una persona ha llevado en la vida, es útil poder controlarlo y convertirlo en humor. En todos los momentos en los que uno se ha sentido vulnerable e indefenso, poder tomar las riendas y control de tu vida es una forma de empoderamiento, también; que ayuda a dar mayor seguridad y poder enviar a uno por una senda más correcta.
Y en cierta forma, ese es el encanto del entretenimiento en sí, no solo el humor. Poder facilitar y ayudar a sobrepasar el día a día de la manera más leve, el escapismo menos dañino, y que podamos inspirarnos en sus mensajes para ser mejores personas.
Aunque, bueno, una patada en los dientes también puede ayudar con lo último.

“Muerto de Risa” se puede ver exclusivamente en cines.

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