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Pizzarte, el desafío de conquistar un paladar amplio y selecto [FOTOS Y VIDEO]
Javier Tarazona piensa siempre en la comodidad del público. Con esa mentalidad creó Pizzarte, un restaurante de pizzas artesanales que combina el sabor de una receta original y las facilidades que necesita el mundo moderno.
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Pizzarte, el desafío de conquistar un paladar amplio y selecto. (Naoko Ivazeta)
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Pizzarte, el desafío de conquistar un paladar amplio y selecto. (Naoko Ivazeta)
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Pizzarte es el fruto de una elaborada planificación y el tino de un cocinero novato formado como administrador. A Javier Tarazona no se le escapó nada, y tiene ambiciones grandes para con su nuevo y, por ahora, pequeño restaurante de pizzas artesanales.
Javier es un hombre que no le tiene miedo a los cambios radicales. Abandonar todo para reinventarse es como una suerte de adrenalina satisfactoria que recorre su cuerpo. En su vida pasó por dos momentos decisivos que moldearon su carácter: cuando se fue a Argentina para pasar el rato con amigos y se terminó quedando ocho años; y cuando le puso fin a la rutina de escritorio para tener, al fin, su propio negocio.
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A los 17 dejó su hogar para vivir en Argentina. Luego de acabar la carrera de Administración de Agencias de Viajes, regresó al Perú para trabajar. Fue parte de una gran compañía que quebró, pero las oportunidades no le fueron esquivas. Se alió con la exdueña de aquella empresa fallida y continuó como administrador en un nuevo proyecto.
Pese a tener las comodidades necesarias, recibir un sueldo estable y colaborar en casa, Javier sentía que había llegado a la edad de emprender. En tierras 'gauchas' "laburó" —palabra que aún se le quedó de allá—, precisamente en un restaurante de pizzas artesanales. Entonces se dijo a sí mismo: "Tengo la experiencia, conozco un poco más de este mercado; por qué no hacerlo".
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"COMIDA RÁPIDA NO ES COMIDA CHATARRA"
Desde la calle 8 de octubre 172 en Miraflores, Javier nos espera en la fachada de Pizzarte. Aún no abre para el público (son aproximadamente las 4 de la tarde). Sabe bien que su horario fuerte es de noche. Mientras terminan de limpiar el local, nos comenta con orgullo su vertiginoso progreso. Cruza los brazos e infla el pecho. Y no es para menos: en cuatro meses encontró rentabilidad con su restaurante.
Al inicio comenzó solo como delivery, ya que demoraba el permiso municipal. Ahora atiende al público en su barra de pizzas artesanales. Para su satisfacción, la respuesta ha sido positiva. Su espacio, todavía, pequeño ya ha contado con un lleno total. Pasó de vender tres pizzas a la semana a 20 por día. ¿Cuál es el secreto?
"Empezar algo nuevo en otro rubro, a veces, te genera mucha duda", dice Javier, que dejó de percibir un sueldo mensual para empezar a invertir en un negocio propio. Y parece que no se equivocó. En Pizzarte combina el sabor de una receta original y las facilidades que necesita el mundo moderno.
"Las pizzas no son tan pesadas, son más saludables y 100% a mano", asegura. Hechas en un horno con base de piedra, Javier utiliza productos selectos y naturales para acompañar la masa. Esta se elabora previamente a plena vista del público. Es como un espectáculo que parecía perdido. Su cocinero recorta una porción de la masa en reposo (por 24 horas), la estira, le da un par de vueltas en el aire, y le da forma con las manos. Luego echa la salsa —un secreto de la casa— y los ingredientes frescos.
En el horno dura diez minutos. Allí también se cocinan pizzas solo de queso, con vegetales, huevo duro, y hasta con embutidos de alta calidad. Los sabores comunes, como la Americana, Pepperoni, entre otras, están ausentes en la carta. Javier prefiere no optar por lo cotidiano e innova con nuevas experiencias. Un aspecto llamativo es que usa la aceituna entera, otorgando volumen y estilo. Además, él mismo prepara su queso mozzarella con un sabor especial; no es uno neutro.
"El reto de Pizzarte es que la gente se atreva a pedir algo que no es lo tradicional", explica. Y su masa lo comprueba. Con el grosor justo y una consistencia evidente, no luce inflada ni llena rápido. Se puede disfrutar hasta el último bocado, sin dejar los bordes.
Pizzarte es una obra que apuesta por la calidad y la eficacia. Muchas veces la rapidez se asocia con la improvisación, y la espera suele valer para servir un gran producto a la mesa. Pero, para Javier, la espera no es sinónimo de parsimonia, sino de pasividad. "Quitémonos ese chip de la cabeza de que comida rápida no es necesariamente comida chatarra", resalta.
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PENSANDO EN TODOS
Javier Tarazona tiene siempre presente la comodidad del público. Por ello, no solo creó una pizza más contundente, como la Calabresa, para contentar a los de buen diente, sino que le brinda facilidades a todos sus comensales.
En Pizzarte se puede pagar con Yape, por si falta el efectivo y se olvidó pasar por el cajero. Además, se puede cancelar con tarjeta. Aún hace delivery para los que quieren disfrutar su pizza artesanal en casa. Él mismo se preocupa de promocionar el suyo (407-2262), pero también aparece en Rappi y Uber Eats.
Con el afán de crecer en imagen, empezó a reclutar 'influencers' para promocionar sus pizzas. En Instagram y Facebook, Javier siempre anda publicando nuevos videos y fotos que él mismo graba con su cámara.
Ha pasado menos de medio año desde que abrió y ya planea ampliar el local. Javier desea que Pizzarte cuente con un carta más variada, con pastas, tragos, un bar y música en vivo. El desafío es grande, y la calidad es el camino.
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