Roberto Manrique: el actor de “El final del paraíso” que cambió las telenovelas por el activismo

Tras el final de la superserie de Telemundo, no se le ha vuelto a ver en ningún otro proyecto televisivo, sin embargo, ha hecho noticia por el giro de 360 grados que le dio a su vida personal, ya que decidió dejar todos los lujos de lado para disfrutar de una vida más plena y cerca de la naturaleza.

Por esta razón en 2019, el actor emprendió entonces un camino de mucho crecimiento espiritual y de conexión con la naturaleza que lo llevó a iniciar un viaje solo y sin dinero durante 28 días por Ecuador, Perú y Chile en el que por cada persona que le brindaba comida, casa y transporte prometía sembrar un árbol.

Desde ese momento, Roberto Manrique decidió dejar de lado la actuación y actualmente lidera un movimiento en defensa de la tierra junto a la organización “Juntos X la tierra”, con el que busca crear conciencia sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y sembrar árboles.

Tras su viaje por América Latina, el actor acumuló 33.494 árboles por sembrar, una deuda que está por comenzar a pagar.

“Es el proyecto más importante de mi vida (hasta ahora) y me comprometo a soltar las expectativas para que sea lo que tenga que ser”, aseguró recientemente.

Actualmente, Roberto lleva una vida completamente alejada de todo tipo de comodidades y lujos, donde lo más importante es el bienestar emocional.

“Hace poco integré en mi práctica diaria de meditación, unos minutos de baile. Recordé cuánto conecto conmigo a través de sentir la música en mi cuerpo, de dejar ser el momento durante ese tiempo. Yo lo hago con música electro shamánica porque me ayuda a entrar en ese estado. ¿Te has permitido explorar el baile como práctica meditativa? ¿Crees que eres capaz de ponerte unos audífonos, soltarte y dejarte llevar sin juicio por los sonidos sin planear?”, preguntó semanas atrás en Instagram.

La felicidad que refleja en cada una de sus publicaciones prueba el hermoso momento que se encuentra viviendo el actor y confirma que no se necesitan demasiadas cosas para ser feliz.