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Tras el impacto del COVID-19, se abre paso la idea de impulsar un turismo más responsable
En varios países, el parón forzoso del turismo de masas causado por la pandemia de COVID-19 ha provocado un debate sobre el impacto negativo de ese modelo, pero los ingresos y los empleos que genera hacen difícil cualquier cambio.
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En varios países, el parón forzoso del turismo de masas causado por la pandemia de COVID-19 ha provocado un debate sobre el impacto negativo de ese modelo, pero los ingresos y los empleos que genera hacen difícil cualquier cambio.
En los lugares turísticos, hoy abandonados, la naturaleza se ha ido apoderando del terreno. En Machu Picchu, se ha vuelto a ver al oso de anteojos, después de mucho tiempo. En Tailandia, donde el número de turistas extranjeros se redujo más de un 83% el año pasado, cada vez se observan más animales marinos como los dugongos, las amenazadas tortugas o los tiburones ballena.
Para facilitar que la flora y la fauna se regeneren, el gobierno tailandés decidió cerrar, unos tres meses al año, más de 150 parques nacionales y limitar su acceso.
“Ahora, queremos un turismo de calidad, no queremos una llegada masiva de turistas a nuestros parques nacionales”, declaró a la AFP Varawut Silpa-archa, ministro de Medio Ambiente de Tailandia. Para compensar esa pérdida de afluencia, los precios podrían aumentar. Es “el precio que hay que pagar” para proteger la naturaleza, consideró.
“Educar a los viajeros”
También en Perú se ha restringido el acceso al Machu Picchu y las autoridades están estudiando cómo implantar un tipo de turismo menos masivo y más selectivo.
Según Darwin Baca, alcalde de Machu Picchu Pueblo, se están desarrollando otras ofertas, como visitas guiadas a espacios naturales o cascadas, para incitar a los turistas a alargar su estancia mientras esperan a poder acceder al yacimiento inca, que cada año le reporta US$ 5,500 millones al país, según estimaciones oficiales.
Hay que “educar a los viajeros” para que visiten lugares menos conocidos, o para que vengan en temporada baja, apuntó Jean-François Rial, director general de Voyageurs du Monde.
Dubrovnik, en Croacia, un destino que se ha vuelto emblemático del sobreturismo, espera lograr dispersar a sus viajeros hacia otra zonas que la ciudad vieja, sobrecargada. Y quiere reposicionarse “como un destino de excelencia y de turismo sostenible”, explicó Ana Hrnic, directora de la oficina de turismo.
La pandemia podría suponer “una oportunidad de avanzar hacia un turismo más responsable” a largo plazo, señaló Damien Chaney, profesor de Marketing en la EM Normandie. “Para que surjan soluciones radicales, en general tiene que darse un choque externo, como el COVID-19”, explicó.
Además, la interrupción del turismo ha puesto en evidencia cuán dependientes son del mismo algunas economías.
En Túnez, el turismo es responsable de hasta el 14% del PIB. La isla de Djerba, un destino muy popular, registró un 80% menos de visitantes el año pasado, una verdadera catástrofe para el empleo. “Todos los parámetros están en rojo”, lamentó Hichem Mehouachi, comisario regional del turismo de la isla.
¿Es el turismo una “droga”?
En Barcelona, España, en lugares como el barrio gótico, junto al emblemático paseo de Las Ramblas, la mayoría de las tiendas están cerradas o sus propietarios se las ven y se las desean para llegar a fin de mes sin turistas.
“Aquí el turismo ha expulsado a mucha población local y ahora que los turistas también se han ido, no queda nada”, dijo Martí Cusó, un trabajador social que lucha contra el sobreturismo en el centro de Barcelona.
Pablo Díaz, profesor de Economía especializada en el turismo en la Universidad Abierta de Cataluña, consideró que “el COVID-19 está evidenciando que la dependencia del turismo deriva en convertir algunas áreas en un desierto”.
En Italia, Guido Moltedo, fundador del portal Ytali, ha lanzado una petición para que los museos de Venecia no sigan cerrados y que se abra un debate sobre el futuro de la ciudad, su turismo y su visión de la cultura. La petición ha recabado 6,000 firmas. “La ciudad está de rodillas y no debería ser así”, comentó, alarmado.
Pero, tanto en Venecia como en otros lados, sacrificar los ingresos del turismo parece difícil. “El más mínimo bar de esta ciudad gana 3.000 euros diarios, la ciudad está drogada”, denunció Moltedo. El turismo es la principal fuente de ingresos para aproximadamente el 65% de sus habitantes.
“Es verdad que el turismo de masas a veces ha supuesto un problema en Venecia, pero ningún turismo en absoluto es peor”, señaló Claudio Scarpa, director de la asociación hotelera de la ciudad.
Por su parte, Pablo Díaz teme que el exceso de turismo resurja de nuevo en cuanto se levanten las restricciones sanitaria. ”Incluso en ciudades como Barcelona, donde sobraban turistas y había un movimiento en contra, ahora se los echa de menos”.
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En Francia, Jean-Pierre Mas, presidente de Les Entreprises du Voyage, cree que quizá se produzca una “aceleración en la toma de conciencia” del daño que provoca este modelo, pero que no habrá “ninguna revolución”.
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