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Desafíos para la sostenibilidad empresarial
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Por: Alfredo Torres - Presidente ejecutivo de Ipsos Perú
La elección de Pedro Castillo en 2021 representó un shock a la confianza del sector privado en el país. Su deplorable desgobierno hizo más daño en la gestión del Estado –que sufrió un grave deterioro– que, en el cambio de las reglas de juego empresariales, pero su propuesta de una Asamblea Constituyente mantuvo en vilo el ánimo de los inversionistas. Su vacancia –tras su torpe intento de golpe de Estado– generó un alivio, pero la incertidumbre continúa ante el riesgo de que otro “Castillo” más hábil puede llegar al poder en las próximas elecciones.
En ese contexto, muchos empresarios se preguntan si existe un sentimiento antiempresarial en el Perú y, si fuese así, qué se puede hacer para revertirlo. Una imagen favorable de la empresa privada reduciría el riesgo de que políticos antiempresariales lleguen al Gobierno o al Congreso en el futuro. La encuesta que encargó Perú21 a Ipsos para CADE permite trazar algunas rutas de acción con ese propósito.
En primer lugar, se confirma que existe una gran vocación emprendedora en el país. Si pudiesen escoger, 37% de los peruanos quisiera ser emprendedor y otro 35% trabajar de manera independiente, es decir, no emprender un negocio, pero sí tener una profesión u oficio que le permita autoemplearse. A su vez, 9% responde que preferiría trabajar en el Estado y apenas 1% en una empresa informal. Eso es positivo.
Sin embargo, la empresa privada formal no es percibida como una opción atractiva. Solo la menciona como aspiración laboral el 17% y, lo que es más revelador, esta preferencia se eleva a 44% en el NSE A y cae al 15% y 12% en los NSE D y E, respectivamente. Es decir, solo las personas de más recursos y mejor nivel educativo ven una línea de carrera atractiva en la empresa privada.
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“La ciudadanía espera un compromiso más amplio de los empresarios que solo la defensa del modelo económico”.
Esta respuesta está en línea con resultados de otras encuestas de Ipsos donde se observa que la imagen favorable de las empresas privadas grandes se da solo en los NSE A y B mientras que la imagen que prevalece en los NSE D y E es negativa. La realidad es que la mayoría de los trabajadores de bajo nivel educativo difícilmente tiene la oportunidad de ingresar a una empresa privada grande y normalmente solo pueden acceder a empresas que brindan servicios poco calificados a las primeras y que no siempre tienen los mejores estándares en el trato a su personal.
La encuesta de Perú21/Ipsos permite confirmar esta imagen ambivalente de la empresa privada y también trazar algunos derroteros. De un lado, cuando se pregunta por los principales aportes de las empresas, 54% responde la creación de puestos de trabajo y 34% generar oportunidades de negocios para sus proveedores. En cambio, cuando se inquiere por los aspectos en que las empresas deberían mejorar, las primeras menciones son para tratar bien a sus trabajadores (42%) y ampliar programas sociales (31%).
De estas respuestas surgen varios desafíos. En primer lugar, los empresarios no solo deben preocuparse por sus trabajadores directos sino también por sus trabajadores indirectos, aquellos que trabajan para sus proveedores. Es necesario incluir no solo criterios técnicos y financieros en la selección de los proveedores sino también una valoración de su conducta laboral y social. Asimismo, cada vez que sea posible, los líderes empresariales deberían alzar la voz en defensa de los intereses de los trabajadores que son víctimas de abusos en empresas que actúan al borde de la informalidad.
En segundo lugar, las empresas deben continuar desarrollando una cultura ASG (ambiental, social y de gobernanza), pero también los líderes empresariales deben alzar la voz en la promoción de políticas públicas más eficaces para combatir la anemia, la desnutrición y mejorar la calidad de los servicios de educación, salud y seguridad, la sostenibilidad ambiental y anticorrupción. La ciudadanía espera un compromiso más amplio de los empresarios que solo la defensa del modelo económico.
Una buena noticia que trae la encuesta es que a nivel agregado existe una amplia disposición favorable a la inversión privada en obras de infraestructura: 77% está a favor de las Asociaciones Público Privadas (APP), 75% a favor de los programas de Obras por Impuestos (OxI) y 59% a favor de las concesiones. He aquí otro derrotero para los empresarios: promover la revitalización de las APP, las OxI y las concesiones, habida cuenta de la buena disposición de la ciudadanía.
Hace un par de semanas el exministro de Economía Luis Carranza publicó en Perú21 una columna bajo el intrigante nombre “El juego del ultimátum” recordando un ejercicio de la economía experimental que demuestra la influencia de criterios emocionales de justicia y equidad en la toma de decisiones económicas. Entender bien ese principio es indispensable para que una inversión sea bien recibida, pero el camino para que la confianza en la empresa privada perdure es asegurar su sostenibilidad social. Es decir, que las condiciones de vida de la población en las áreas de influencia de la inversión y las oportunidades para sus hijos mejoren en el tiempo. He ahí otro desafío.
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