Un buen auditor no solo identifica problemas, sino que también busca que los procesos salgan de la zona de confort y reta la forma de operar de manera tradicional, indicó Cárdenas (FOTO:GEC).
Un buen auditor no solo identifica problemas, sino que también busca que los procesos salgan de la zona de confort y reta la forma de operar de manera tradicional, indicó Cárdenas (FOTO:GEC).

Celia Cárdenas

En el mundo empresarial actual, la auditoría se ha convertido en un pilar esencial para la sostenibilidad y el crecimiento de las organizaciones. Nos encontramos en el mes de la concientización de auditoría interna por lo que es un buen momento para hacer un alto y respondernos ¿Cuál es nuestro propósito? Más allá de ser una obligación legal, la auditoría representa una herramienta estratégica indispensable, esto porque proporciona transparencia, fortalece la confianza y fomenta la mejora continua.

Para empezar, la transparencia es el corazón de cualquier empresa que aspire a ser competitiva y duradera. La auditoría, al realizar análisis minuciosos de procesos y de suficiencia de controles en los diversos riesgos de la organización, tiene la capacidad de brindar una opinión de aseguramiento y asesoría que hace a inversores, accionistas y otras partes interesadas depositar mayor confianza en la transparencia de la gestión de la organización. La transparencia no solo es crucial para la toma de decisiones, sino que también construye una reputación de honestidad y responsabilidad. En Perú, vivimos un contexto donde la confianza es la diferencia entre el éxito y el fracaso, las organizaciones no pueden permitirse operar en la sombra.

Además, la auditoría desempeña un papel vital en el cumplimiento normativo. Con las regulaciones cada vez más estrictas y las expectativas de los stakeholders en constante aumento, debemos asegurarnos de que están operando dentro del marco legal y normativo adecuado. Las auditorías, al identificar desviaciones y áreas de riesgo no cubiertas, permiten corregir el rumbo antes de que los problemas se conviertan en crisis. Esto no solo evita sanciones costosas, sino que también protege la reputación organizacional en el largo plazo.

No obstante, el valor de la auditoría va más allá de la simple detección de errores. Un buen auditor no solo identifica problemas, sino que también busca que los procesos salgan de la zona de confort y reta la forma de operar de manera tradicional. Con un enfoque proactivo, impulsa y promueve una cultura de mejora continua, conociendo que las recomendaciones de los auditores pueden llevar a optimizar procesos, reducir costos y maximizar recursos, hoy sabemos que el principal propósito de Auditoría es el de impulsar el éxito de la organización generando valor en la misma a través de un acompañamiento estratégico.

En una era donde la información es poder y la confianza es fundamental, la capacidad de Auditoría para proporcionar claridad, fortalecer la confianza y fomentar la mejora continua la convierte en una herramienta esencial para cualquier organización que aspire no solo a sobrevivir, sino a prosperar en el complejo entorno empresarial actual. En última instancia, invertir en una auditoría robusta no es solo una cuestión de cumplimiento, sino una estrategia inteligente para el éxito sostenible.

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