(Daniel Goycochea/Perú21)
(Daniel Goycochea/Perú21)

La realidad supera la ficción. No me digan que estoy soñando porque todo es cierto. La tabla no se equivoca, no miente. La finalizó las en el quinto puesto luego de empatar 1-1 frente a en el Estadio Nacional de Lima, y jugará el repechaje ante Nueva Zelanda.

Qué día y qué noche. El momento que esperó todo un país está cada vez más cerca. Luego de 35 largos años, hoy más que nunca podemos decir que nos falta poco para regresar a la máxima competición deportiva: el mundial de fútbol.

Muchos hinchas se quedaron con las ganas de presenciar el partido desde las tribunas del coloso José Díaz, y aun así eso no fue impedimento para poder gozar y disfrutar el resultado de la ‘bicolor’.

Casi 5 millones de aficionados se concentraron nuevamente en la Plaza de Armas de Lima. Entre risas, llantos y gritos de emoción, aguardaron con ansias el comienzo del encuentro. Otra final nos faltaba y era el momento de afrontarla.

Desde la entonación del Himno Nacional, dándonos un emotivo fuerte abrazo como ‘hermanos’, sabíamos que la 'blanquirroja' no iba a jugar sola. El sentimiento era de todos.

El pitazo inicial solo hizo que la algarabía aumentara. Otra vez puedo afirmar con total certeza que parecía un estadio. Todos teníamos un solo motivo en nuestras vidas, en ese momento: alentar de corazón a la selección peruana. Y así fue.

Qué locura. El fútbol también se vive en nuestro país de una manera única. Entre jugadas apretadas y poca elaboración, la emoción se mantuvo intacta. A mil por hora. Pero cómo nos costó.

No se pudo hacer mucho en la cancha durante la primera parte. Las ocasiones de gol fueron escasas para ambos conjuntos. La preocupación estaba latente y la ilusión aún ardía en cada ser vivo que nació en nuestra patria querida.

En la segunda parte nos tocó sufrir más. El gol de James Rodríguez a los 55’ no solo enmudeció el Estadio Nacional, sino también diversas partes de nuestro país, como el centro de la capital. Las lágrimas que brotaban en los presentes por estar tan cerca y alejarnos tan repentinamente de un sueño conmovían a cualquiera.

Sin embargo, las ganas no cesaban. No podíamos dejar escapar esta oportunidad. Los once en el campo lo tenían muy en claro y por eso llegó el milagro.

El árbitro del compromiso cobró tiro libre cerca al área de Ospina tras una falta a Corzo. Paolo Guerrero, el goleador histórico de la ‘bicolor’, era el elegido a patearlo.

El reloj apuntaba a los 75’ y el ‘Depredador’ solo le importaba una cosa: anotar. Y de qué manera lo hizo. Un golazo. Fue un terrible golazo. Los hinchas nacionales no podían creerlo. Todos saltaban y se abrazaban. Las lágrimas brotaban y los cánticos comenzaron a sentirse más fuertes que nunca. Guerrero nos daba vida una vez más. Faltaba poco y solo queríamos el pitazo final.

Hasta que llegó. Y sentimos paz en nuestros corazones. Qué alegría. Qué emoción. Hinchas que llegaron desde tan lejos a vivir el encuentro en el Centro de Lima no podían estar más felices. Todo el mundo estaba ronco y aun así nadie paró de gritar. Qué privilegiado es aquel que estuvo ahí alentando al ‘equipo de todos’.

Estamos cerca de un sueño, de una hazaña que estuvo cautiva por 35 largos años. Ahora nos faltan los duelos de ida y vuelta ante Nueva Zelanda correspondientes al repechaje. Aún cuesta creerlo, pero es real, y solo queda alentar de corazón. Sí se puede y debemos creerlo. ¡Vamos, muchachos!