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Contigo Perú: Un hincha de verdad alienta hasta el final y así lo vivimos [CRÓNICA]
Una verdadera fiesta se vivió en la Plaza de Armas de Lima. Entre cánticos, lágrimas y mucha alegría, la hinchada nacional se hizo presente. Qué dicha fue presenciarlo.
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Una final se dijo en la previa. Si me preguntan diría que fue más que una final. Fue el partido más importante de la selección peruana en los últimos 35 años. La angustia, los nervios, la ansiedad se vivió desde hace un mes cuando vencimos por 2-1 a Ecuador en Quito. Un triunfo histórico que significó devolverle la vida a la ‘bicolor’ en las Eliminatorias rumbo a Rusia 2018.
Muchos peruanos sabían de la importancia que tenía el duelo ante Argentina en la siguiente fecha. Se dijo mucho sobre dónde se jugaría. Finalmente la sede fue la Bombonera y un gran número de aficionados optó por acompañar al ‘equipo de todos’ hasta Buenos Aires. Sin embargo, solo 500 almas estaban destinadas a alentar en el mítico estadio. Qué terrible.
Gran parte de la hinchada nacional tuvo que quedarse en nuestro país, pero con las mismas ganas de ver a la ‘blanquirroja’ en lo más alto. Tal vez en muchos sectores de nuestro Perú se vivió una algarabía única, pero puedo señalar algo: jamás en mi vida presencie algo similar como lo que vi hoy en la Plaza de Armas de Lima.
Un mar de gente se concentró en el centro de la capital desde muy tempranas horas. Se armó un estrado que sirvió de escenario para muchas funciones que distraían a los presentes en su espera para el importante duelo. Qué angustia.
Desde niños y niñas hasta el más adulto sabía que hoy no jugaban 11 peruanos. Jugaba todo un país con hambre, deseo y ganas de volver a la máxima competición a nivel mundial. Muchos se animaron a dar su pronóstico. Entre victorias y empates, el objetivo era único: sumar y sí se pudo. Aunque costó.
¿Pero qué peruano no sufre en su afán de conseguir algo que anhela con el corazón? ¿Quién no sufre queriendo conseguir algo con tanto desdén? La respuesta: nadie.
Argentina, si me preguntan, tuvo claridad, pegó, atacó y se acercó mucho al área de Gallese. La gente gritaba con el corazón en la garganta. Perú no se quedaba atrás. Defendía y, cuando podía, atacaba.
Una se nos presentó. Farfán fue el definidor. La suerte no estuvo a favor de la ‘Foquita’, pero ¡de qué manera sirvió para levantar los ánimos! Una sola voz se escuchaba: “¡Vamos, Perú! ¡Sí se puede! ¡Ustedes pueden!”
El hincha, luego de ver la jugada, sabía que sí se podía. Entre ojos llorosos, gritos ensordecedores, cánticos y amor por el país, el Perú más eufórico se hizo presente. Parecía un estadio.
La algarabía y la euforia eran, sencillamente, indescriptibles, algo realmente digno de presenciar y disfrutar. Si durante el encuentro la tensión estaba a tope, luego del pitazo final la alegría llenó nuestros corazones. El marcador quedó 0-0. Los hinchas (me incluyo) no podían contener las lágrimas de la emoción. Nunca dejaron de alentar. Si dicen que el fútbol es solo un deporte, no se imaginan lo que se presenció esta noche en la Plaza de Armas de Lima.
Una señora, entre lágrimas, me contó que era su cumpleaños número 50. Dentro de mí decía: “¡Qué dicha! Celebrarlo de esta manera es fenomenal”. Un pequeño, con una sonrisa de oreja a oreja, expresó que nunca imaginó ver a Perú jugar 'tan lindo'. Ganas no me faltaron de expresar: “somos privilegiados. Hay que disfrutar”.
Los bombos, los fuegos artificiales y las trompetas no faltaron. Dijeron presente y con razón. Todo el mundo era pura sonrisa. Pura alegría.
Se rescató un empate, algunos dirán. No se ha conseguido nada aún, pronunciarán. Y sí, tienen razón, todavía. Pero estamos más cerca que nunca y un hincha de verdad alienta hasta el último, ¡vamos, Perú! ¡Somos una sola fuerza!
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