Este sábado 15 de junio nos enfrentamos a una selección venezolana, de la que constantemente nos repitieron que no era la misma, que había crecido, avanzado, cambiado, con una gran identidad forjada y jugadores dotados, que juntos forman una planilla que supera por US$14 millones a la peruana. Luego estaríamos nosotros, con una victoria ante Costa Rica y una derrota frente a Colombia, aunque amistosa, que nos tocaría a todos. Nuestro partido debut de la Copa América terminó con un empate a cero engañoso y lo califico de esta forma pues entre tanto analizarlo y debatir con colegas, fue complicado establecer una posición concreta.

Nos habían leído en el continente y los cafeteros se encargaron de recordárnoslo, así que Ricardo Gareca salió con un nuevo esquema táctico al campo, algo que no había hecho desde que estableció su tan eficiente 4,2,3,1. Además, hizo debutar en el torneo continental a un ‘Canchita’ Gonzáles que se ha ganado su puesto a pulso. Sin embargo, para muchos ha quedado la sensación de no haber funcionado. Yo diría que más que un esquema que no fue efectivo, en el campo se paró un equipo que confundió paciencia con pasividad. Quizá en un afán de cuidarse, de no errar en lo táctico, olvidamos que varios ‘casi goles’ no suman uno. Y que para generar situaciones de peligro, el movimiento en el campo debe ser constante. Ausentes estuvieron los automatismos a los que esta selección nos estaba empezando a acostumbrar.

Por su parte, Venezuela demostró ser un equipo complicado pero que también se equivocó, para nuestra suerte. Rondón no estuvo fino y además muy solo, Soteldo no tuvo mayor tiempo y Martínez no fue opción para Dudamel. La gran figura, Wuilker Fariñez, el joven arquero que pinta para estrella del torneo.

(AFP)
(AFP)

¿Nos abrumó la leyenda de una nueva y repotenciada ‘vinotinto’?, ¿la actualidad de nuestros jugadores nos jugó en contra?, ¿el nuevo 4,3,3 no funcionó? Seguramente el técnico tendrá respuesta para esas y muchas otras preguntas que sin duda analizó y sigue analizando.

Por lo pronto, podría decir que sabiendo que en el fútbol todo puede suceder, el escenario del encuentro era el que menos me esperaba. Pintaba para un duelo de goles en el que sus máximas figuras no merecían estar tan solitarios pero faltó que una de las escuadras asumiera el encuentro. Perú no lo hizo, aún con un jugador más durante los 20 minutos finales del partido.

De todas formas, el Tigre nos demostró el año pasado, fiel a su estilo, que los sueños no se acaban cuando apenas comienzan. Mañana jugamos ante Bolivia y el optimismo se mantiene para la segunda prueba. No es una opción para ellos postergar la suma de los tres puntos y para nosotros, la numero 12, dejar de alentar.

Pase entre líneas.