Perú vs. Chile: la fea historia de 1997 y la hostilidad chilena
Perú vs. Chile: la fea historia de 1997 y la hostilidad chilena

Los encuentros entre la selección peruana y chilena tienen un ingrediente extra siempre. El denominado Clásico del Pacífico siempre tiene eso que lo hace especial: una rivalidad histórica. Sin embargo, cuando esto traspasa el terreno de juego se torna oscura, tal como ocurrió en Santiago en 1997, precisamente en un importante encuentro entre ambas selecciones.

El encuentro estaba pactado, casualmente al igual que este año, para un 12 de octubre, era domingo y los rostros del elenco peruano que intentó entonar el himno patrio en el Estadio Nacional de Chile, pero fueron pifiados todo lo que duró el encuentro, sin respeto alguno por este símbolo peruano. No obstante, la historia no empezó aquí, el infierno inició días antes, en la llegada de Perú a tierras chilenas.

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Una tremenda hostilidad

El contexto era este. Perú y Chile igualaban en puntaje en la tabla de clasificación rumbo al Mundial Francia 1998, con una selección peruana bastante consolidada que había logrado llegar al cuarto lugar de la tabla y estaba en zona de clasificación. Un empate simplemente hubiera significado que Perú, dirigido por Juan Carlos Oblitas, asegurara su pase al máximo torneo. Chile, en el quinto lugar, tenía que ganar sí o sí.

Los chilenos, urgidos por la victoria ante el elenco peruano, no presentaron gentileza alguna, ni siquiera de parte de las autoridades del país sureños, que fue bastante permisiva con la actitud violenta de los hinchas del cuadro local. Reventaron las lunas del bus de la selección peruana, no permitieron dormir a los peruanos con el bullicio fuera del hotel, el mismo que les cortó la luz a cierta hora sin aviso alguno.

Esto se trasladó incluso al reconocimiento del campo del Nacional de Chile, que estaba tapado con plásticos, impidiendo que los jugadores lo hagan adecuadamente. Es más, les exigieron hacer el reconocimiento con zapatillas y no con chimpunes. Gracias a Nicolás Delfino, entonces presidente de la FPF, esto último no pasó, aunque la intención de incomodar y no dar facilidades a los peruanos era completamente notoria.

Lo peor llegaría a poco del inicio del partido, cuando el elenco peruano se disponía a cantar el himno nacional. Las tribunas pifiaron al unísono, incluso, algunos dicen que pusieron parlantes al mayor volumen con sonidos de silbidos. El rostro de los peruanos lo decía todo: desencajados, parecían solo murmurar el himno. Con lo sucedido desde su llegada, los jugadores del elenco nacional no estaban 100% enfocados.

Lo que se vio en la cancha fue un resultado directo de estos terribles momentos. El equipo no se encontró jamás y cayó goleado por 4-0 ante los sureños, con un triplete de Marcelo Salas, quien gritó uno de los tantos al portero Julio Balerio en su rostro, ante un impávido árbitro que se hizo la vista gorda.

“Ese partido lo veníamos perdiendo desde que salimos de Perú. En Chile, el ambiente fue muy hostil”, recuerda Nolberto Solano, en una entrevista para un diario chileno. “No lo puedo asegurar, pero eso no lo organizó la gente del fútbol; estoy seguro que fueron los hombres de inteligencia de ese país”, comentó Freddy Ternero, asistente de Oblitas en ese proceso.

Poco de lo rescatable de aquel encuentro fue Juan Reynoso, quien intentó apagar al fuego de varios ataques chilenos, con poco éxito, pues si bien era el mejor defensa del momento en la selección, lo acontecido también lo había afectado al igual que a sus compañeros.

El propio Reynoso, capitán de aquel equipo peruano, fue protagonista, ya cuando encuentro finalizó, de otro incidente. Un cobarde hincha chileno lo agredió en el rostro luego del encuentro. ¿Qué hizo la policía chilena? Detener a Reynoso y no al agresor. La situación se repitió con Miguel Miranda esa misma noche.

Hoy por hoy, Juan Reynoso, ahora como técnico de la selección y ya no como un hábil defensa, tiene la oportunidad de tomarse su revancha. Será este 12 de octubre, tal como aquella amarga noche. Esperemos que la historia no se repita y que gane el mejor en la cancha, sin violencia, sin sabotajes y con mucho respeto.


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