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Natural de Pasco

Valentina Borja: “No nací en cuna de oro, pero ingresé a Stanford”

Ingresó a Economía en San Marcos y luego a cuatro universidades en Estados Unidos, una de ellas Stanford, donde estudiará becada. Su historia empezó en Huayllay, Pasco. Perú21 entrevistó a Valentina Borja.

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Valentina Borja, la peruana que ingresó a Standford. (Foto: Javier Zapata).
Fecha Actualización

Pesaba menos de dos kilos, había nacido a los siete meses. Su pronóstico era reservado. Afuera, soplaba el crudo invierno de Pasco y la nieve cubría la ciudad de Huayllay a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar. “Sus pulmones han respondido bien, está mejor”, comunicó el médico. La familia determinó que se llamaría Valentina.

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Casi creció en el Santuario Nacional del Bosque de Piedras. Recuerda los paseos con la abuela, entre carneros y alpacas. “Ella me compartía su conexión con la madre tierra, sus conocimientos ancestrales”, me dice sobre la mujer que solo acabó primaria, pero que hasta hoy le enseña tanto.

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Valentina Borja tiene 20 años, ingresó a Economía en San Marcos y a cuatro universidades en Estados Unidos. Finalmente, eligió a la prestigiosa Stanford University, donde estudiará becada dos carreras. En el proceso también recibió ayuda de la Fundación Romero.  

Ya tiene su ONG, pero quiere ser ministra y llegar a la ONU.

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Tienes claro tu futuro.

Voy a estudiar dos especializaciones en Stanford: Relaciones Internacionales y Earth Systems, que es algo así como ciencias de la tierra. Quiero combinar esas dos carreras para hacer políticas públicas que puedan llegar a un ministerio tal vez o algo internacional.

Dices que tu sueño era estudiar en el extranjero.

Mi abuelita me inculcó bastante que educación es privilegio. Por ser de zonas rurales, una educación de calidad era algo que nos iba a sacar a futuro. Siempre nos decía que educación era progreso para nuestra comunidad y familia, una educación de calidad sobre todo en el extranjero. Ella decía que debíamos valorar nuestra herencia cultural, pero que debíamos salir para estudiar.

¿La visita de turistas también fue una motivación?

Yo tendría 7, 8, 9 años. Ellos venían y hablaban sobre su educación. Era bonito ver que ellos tenían una educación que les permitía irse a otro país o conocer Huayllay. Mi abuelita me enseñó de las formaciones rocosas del bosque, sus mitos, sus historias, y yo les enseñaba a los turistas todo eso, como una guía turística extra, no oficial (ríe).  

Tienes una gran locuacidad.

Desde pequeña me gustó mucho hablar, sobre todo porque me enseñaron bastante que las mujeres en provincia no tenemos tanto la oportunidad de hablar o de expresarnos o decidir. En mi familia siempre nos han dado la oportunidad de expresar nuestras opiniones, y nunca dudé en darlas.  

Ahora, decidiste postular a cuatro universidades en EE.UU.

La información para postular al extranjero es escasa y mucho más en regiones, o de donde yo soy, en un distrito es prácticamente imposible o un sueño loco estudiar en el extranjero. Entonces, aproveché los recursos que tenía: buscar en Internet un montón de personas que ya estaban estudiando en Stanford y pedirles ayuda, que me digan dónde debía empezar, qué documentos mandar.

 

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Valentina Borja, la peruana que ingresó a Standford. (Foto: Javier Zapata).

 

¿Desde cuándo empezaste a ejecutar la idea de estudiar en el extranjero?

Al principio, parecía imposible. Stanford es una universidad privada y supercarísima; entonces, primero me preparé para estudiar en una universidad pública en el Perú. Ingresé a San Marcos, a Economía. Pero estando acá (en Lima) me enteré de más oportunidades.

¿Todo lo gestionaste sola o te ayudaste de alguna organización?

Sola postulé, con ayuda de estudiantes que me ofrecían su tiempo. Stanford siempre ha sido mi sueño. Y ellos hablan muchísimo de que uno va ahí no solo para superarse uno mismo, sino para superarse con su familia y su comunidad.  

¿De dónde viene ese arrojo que tienes?

De parte de mi abuelita y mi mamá. Mi abuelita no estudió, pero trabajó de mesera, abrió su tiendita, hizo todo lo que pudo para sacar a adelante a sus ocho hijos… Mis papás son separados, pero mi mamá es la que me apoyaba a pesar de nuestros miedos y dudas, porque ha sido un sueño loco... Ella me apoyaba, se prestaba dinero, buscaba mil formas.

¿No hay miedo?

Posiblemente, pero mi abuelita me preparó desde pequeña. Hay intriga por lo que viene, pero también es emocionante.

Ya estás en Stanford. ¿Cuál es el sueño ahora?

Quiero democratizar la información. Mi abuelita siempre me enseñó que uno se va, pero se va con comunidad. Tal vez seré la primera de Huayllay, pero no quiero ser la última. Mi sueño es hacer que otros sepan que no es imposible. No nací en cuna de oro, pero logré ir a Stanford. Esas universidades ven valor en nosotros. Es posible. Hay una chica peruana en Stanford, hay una chica de Huayllay en Stanford.

¿Cómo has hecho para costear los pasajes y la bolsa de viajes?

Voy a un nuevo país y había cosas que cubrir. Ahí fue que le escribí a Dionisio Romero.

¿Cómo así?

Encontré su correo en Internet y nunca pensé que me iba a responder. Él también estudió en Stanford. Me habló de su experiencia, me felicitó, fue muy amable. Me respondió al día siguiente que le escribí. Y me contactó con la Fundación Romero.

¿Escribiste a alguien más?

A varias personas, pero fue el único que tal vez no me mandó con su secretaria, él mismo me respondió.

Tienes una estrella, tienes un futuro tremendo.

Gracias (sonríe).

 

Autoficha:

-“Soy Maryorie Valentina Borja Ricapa. Cuando nací me tuvieron bien cuidada, porque nací a los siete meses. Tengo 20 años. Acabé el colegio y me preparé un año para San Marcos, ingresé a Economía. Ya dominaba el inglés, que lo aprendí por mí misma, usaba YouTube, podcast”.

-“La secundaria la acabé en segundo lugar. Mis profesores me llevaron a Huancayo para dar una charla sobre mi ingreso a Stanford. Este año soy la única peruana en Stanford. Sé que el año pasado postularon 60 mil personas, y hay una tasa de admisión de menos del 4%”.

-“Me gusta leer. Y también tengo una ONG que se encarga de llevar clases a las zonas andinas. Enseñamos a los niños para que cuiden el ecosistema. También planeo combinar los conocimientos que ya hay sobre ecosistemas con conocimientos ancentrales, y crear nuevos conocimientos”.

 

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