Un homenaje a Quino, el entrañable creador de Mafalda y otras joyas de la caricatura

“Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y el mundo lo llorará”, escribió en Twitter Daniel Divinsky, el exeditor del dibujante argentino, para informar sobre la noticia de su fallecimiento a los 88 años de edad. Y sí que el mundo lo está llorando. La muerte de Joaquín Salvador Lavado, el verdadero nombre del artista mendocino, fue replicada en redes sociales por políticos hasta artistas que crecieron leyendo las historias de Mafalda, la niña irreverente que, en palabras de su autor, “intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo”.

“Gracias, maestro”, escribió el humorista argentino Ricardo Siri, conocido como Liniers, en su cuenta de Instagram. El dibujante Miguel Rep, por su parte, se despidió de Quino con la siguiente frase: “Se fue mi segundo papá”.

Alejandro Sanz se consideró un admirador del dibujante. “Me encantaba #Mafalda y la visión del mundo a través de tu pluma #Quino #DEPQuino”, señaló el cantautor español.

Instituciones como la Real Academia de la Lengua (RAE) también despidieron con cariño a Quino: “Sus certeras palabras viajaron a ambos lados del Atlántico gracias a sus viñetas y su peculiar sentido del humor”.

‘DIBUJO PORQUE HABLO MAL’

Hijo de andaluces, Quino nació en Mendoza el 17 de julio de 1932. A los 13 años ingresó al colegio de Bellas Artes de su ciudad natal, pero pronto se sintió “cansado de dibujar ánforas y yesos” y volcó su genio en la historieta y el humor.

“Hablando se arriesga uno a decir cosas equivocadas sobre el bien y el mal”, explicaba Quino para justificar su parquedad de palabras. Crítico despiadado de su trabajo, él mismo se definía como un pésimo dibujante.

“Dibujaba muy mal... Cometí un gran error”, sostuvo alguna vez quien dijo haber aprendido el oficio “sudando tinta”.

ÍCONO MUNDIAL

Con apenas 18 años, Quino publicó su primera viñeta en Buenos Aires, pero no fue hasta los 30 cuando del trazo de su lápiz nació Mafalda, concebida por encargo para una publicidad de electrodomésticos en 1963 que finalmente nunca salió a la luz.

Mafalda durmió en una carpeta hasta 1964, cuando se publicó en el semanario Primera Plana de Buenos Aires por impulso de la esposa de Quino, Alicia Colombo, su cónyuge por más de medio siglo.

“Mi mujer ha sido la clave para que Mafalda sea conocida”, dijo Quino al dedicarle a Alicia el premio Príncipe de Asturias en 2014.

Aunque nunca renegó de la fama mundial que le trajo la pequeña Mafalda, Quino siempre la consideró un dibujo más. Con el mismo desapego un día de 1973, en el apogeo de su celebridad, dejó de dibujarla, simplemente porque consideró que “se repetía”.

“Nunca la quise más que a mis otros dibujos”, confesó sobre la niña que, pese a todo, hizo reír a generaciones y lo catapultó a la fama.

Pese al reconocimiento que le dio Mafalda, la obra de Quino va mucho más allá de la pequeña contestataria que amaba a los Beatles y la paz, tal como quedó patente en los libros de humor que produjo a lo largo de su vida como Quinoterapia, Sí, cariño, ¡Yo no fui! y Simplemente Quino.

Aquejado por problemas de vista y con dificultad para desplazarse, en 2006 Quino dejó de dibujar. Sus últimos años los pasó repartiendo veranos entre Argentina y España, porque le disgustaba el invierno.

Y AHORA LA CURITA...

Aún se desconoce cómo será el funeral. En su cumpleaños 88, en julio pasado, en medio de esta pandemia, el humorista recibió el “abrazo virtual” de miles de argentinos, quienes le enviaron dibujos, videos y mensajes.

Quino se ha ido de este mundo, un día después del cumpleaños 56 de su querida Mafalda. Y es ahora que la imagen de la famosa niña rebelde, mirando con tristeza una curita para sanar una herida y preguntándose: “¿Y cómo hace uno para pegarse esto en el alma?”, se nos viene a la cabeza.

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