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Javier Valdés, actor y profesor de teatro: “En el teatro todos trabajamos hacia un mismo fin”

Javier Valdés, actor y profesor de teatro: “En el teatro todos trabajamos hacia un mismo fin”

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Fecha Actualización
Es el 601 de la avenida Pardo en Miraflores, un edificio de 15 pisos donde se brinda un taller de teatro para adultos. Llego al piso 12, me abren la puerta, saludo y entro. El salón es amplio, de color blanco, la luz llega con fuerza, el eco en la habitación hace que mis pasos resuenen. Solo veo una mesa, una silla, un reflector de luz. Y él: Javier Valdés. El actor de 63 años ha pasado por innumerables telenovelas, películas, series y obras teatrales. Arrancó su carrera en la década del 70.
“Cuando me cambian de colegio, tuve la suerte de que Adolfo Chuiman enseñara en este colegio y tuve la suerte de que él me considerase, a pesar de ser un adolescente, para darme la posibilidad de hacer un casting para un montaje profesional con Mabel Duclós, Yvonne Frayssinet. Todo un elenco profesional y yo de 16 años. Adolfo me advirtió que tenía que hacer caso a todos y me entrené. Llegó el día, grabé la obra y al final se me acercaron y me dijeron ‘muy bien, te felicitamos’. Eso para mí fue ¡wow!”.
Hoy, después de más de 40 años de aquel mágico capítulo, Javier afirma que los tiempos han cambiado y que nunca es tarde para seguir aprendiendo.
¿Por qué abrir un taller de actuación para adultos?
Es un sueño que teníamos desde hace tiempo. Se inició en la pandemia. En aquella época tuvimos nuestra primera promoción al tener un espacio para formar a chicos en el trabajo de la actuación. Nos enfocamos en un método que venimos trabajando desde 2014, que es el método TIA, propuesto por Débora Astrosky, actriz argentina que en la pandemia descubrió su habilidad para escribir. Es una gran amiga con la que venimos trabajando. Como está regresando la presencialidad, con Martín Martínez conversamos y nos animamos. Se ha sumado Esmeralda Fernández y hemos tomado este espacio para iniciar el taller actoral.
¿Hay un límite de edad?
Generalmente ponemos un rango de edad para los chicos que se quieran formar, pero los talleres de Introducción a la actuación están abiertos sin límite. Curiosamente, arrancó un taller en el que tenemos una pareja de alumnos de más de 70 años. Soy maestro desde hace muchos años haciendo talleres y formándome. Estuve en 2005 en un curso de Implementación pedagógica para poder enseñar. Y en 2014, con Débora, tuve un curso de Pedagogía teatral y después hice el curso presencial.
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¿La actuación ayuda a la vida misma?
Eso es definitivo. Hacer teatro es como la vida misma porque nos permite su representación. Nosotros somos una especie de animal racional que tiene emociones y tenemos la capacidad fundamental de jugar como muchas especies. Pero en el hombre, esta capacidad de juego le permite ser y estar en el mundo. ¿Qué significa eso? ¿Qué es eso de ser y estar? Jugar nos da la posibilidad de sociabilizar, de aprender el mundo, de tomarlo y hacerlo nuestro. Nacemos completamente inmaduros, necesitamos del otro y de un tiempo para madurar. Esas relaciones con la mamá y el papá, y con el mundo en sí, las estableces a través del juego. Niño que no juega va a tener una dificultad; niño que juega aprende, se relaciona, socializa y se estructura. Todo esto lo vamos a revivir cuando vamos creciendo. El proceso de desarrollo y maduración son 21 años biológicos. El teatro nos permite repensar muchas cosas que puedan ser carencias. El lado terapéutico no lo tocamos, pero sí te ayuda a sociabilizar. El teatro tiene algo que no tiene otras cosas; que todos trabajamos hacia un mismo fin. En el teatro no trabajas para ti, sino para el otro y eso enseñamos nosotros. El otro hará lo mismo contigo y eso genera una energía recíproca, una historia. Ahí está el reflejo de la vida misma, de nuestras historias y los actores contamos historias. Creamos la ilusión de una verdad.
Como parte de este aprendizaje constante, ¿le gustaría a usted seguir un taller?
De alguna manera (los actores) siempre estamos en esa búsqueda. Algo que no termino de concretar es un taller de dramaturgia para mí. Siempre uno se encuentra con gente que está investigando con gente que está haciendo cosas nuevas. No logré hacer un taller de dramaturgia porque nunca tenía tiempo. No he coincidido por el horario o por lo que fuere y a veces por temor. Uno deja de hacer cosas y se dice a uno mismo: esto no es para mí, tengo dudas, pero siento que todavía tengo que seguir trabajándolo.
¿Siempre quiso seguir el camino de la actuación o aparecieron dudas?
Cuando terminé la obra con Adolfo Chuiman, pensé: “Esto es lo que tengo que hacer, a esto me tengo que dedicar”. Con esa base le dije a mi papá que quería dedicarme al teatro; me dijo ‘no dejes de actuar, pero ten una carrera’. Pero yo lo tomé como si él me hubiera dicho “no actúes”. Entonces, entré en un paréntesis en mi vida. Me dediqué a otras cosas. Postulé a la universidad, ingresé, hice mis estudios generales, me aburrí. Estaba como en un estado de depresión. Dejé la universidad y retomé la actuación.
¿Alguna vez su padre le dijo lo contrario?
Mi papá, curiosamente, 20 años después de haberme dicho lo que me dijo, me vio en un monólogo y me dijo: “Sí pues, esto es lo que tenías que hacer, hijito”. Fue como un reconocimiento. Es como si me hubiera dicho “me equivoqué y sí, este era tu camino”. Su gran preocupación era cómo iba a ser el día que me case y tenga hijos. En ese momento, la carrera de actuación era vista como algo bohemio, escandaloso. Eso ha cambiado hoy en día. A nivel social el reconocimiento es importante. La misma sociedad nos ve con otros ojos.
AUTOFICHA
-“Soy Javier Valdés, actor desde los 16 años. Estoy acostumbrado a quedarme sin trabajo porque trabajo por proyectos, pero lo que nunca me imaginé en la vida fue que se iban a cerrar los teatros, que ya no podía hacer nada. La pandemia me afectó mucho”.
-“Como en esta profesión estamos acostumbrados a las crisis, surgió la idea de hacer teatro virtual. En 2020 me la pasé trabajando más que nunca. Esto nos enseñó a ser el generador de nuestro propio trabajo. Por eso uno tiene que aprender a actuar, dirigir, producir”.
-“A los chicos y grandes les diría que hagan teatro, eso los va a ayudar. Más allá de si vayamos a ser o no actores. Nos ayuda a encontrar el camino correcto, esta manera de ‘ser y estar en este mundo’. Si nos proponemos algo, la posibilidad de hacerlo realidad es esa posibilidad de que soñemos”.

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