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Pablo Vierci: “‘La sociedad de la nieve’ es casi una experiencia extracinematográfica”

Es autor del libro ‘La sociedad de la nieve’ (Planeta), que inspiró a la película del mismo nombre que compite en los Óscar. Y amigo de los jóvenes que viajaron en el avión que cayó en los Andes en 1972. Perú21 entrevistó a Pablo Vierci.

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Fecha Actualización
Aquel día Pablo estaba estudiando con un amigo. Se encontraban en el dormitorio de su casa, en Carrasco, el barrio donde vivían varios de sus compañeros. Había dejado la facultad de Derecho y estudiaba dos carreras, Psicología y Filosofía. De pronto, sus padres lo llamaron. Aquel 13 de octubre de 1972 empezó a delinearse el limbo, una zona gris entre la vida y la muerte. Un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se había estrellado en la cordillera de los Andes, a 4 mil metros de altura, a 30 grados bajo cero y con 45 personas a bordo, varios de ellos amigos de Pablo, veinteañeros como él.
La historia de esta tragedia y acto de supervivencia que conmocionó al mundo fue publicada en 2008 bajo la autoría del escritor uruguayo Pablo Vierci. Libro al que llamó La sociedad de la nieve (Planeta), donde narra los extremos de esa experiencia y le da voz a los testimonios de los 16 sobrevivientes. Obra que ha sido llevada al cine por el español Juan Antonio Bayona, filme que se puede ver en Netflix y compite en los Premios Óscar en las categorías de Mejor Película Internacional y Mejor Maquillaje y Peluquería.
Para confeccionar el libro Vierci viajó en 2006 a la zona del accidente. Había que experimentar la sensación de estar perdido, respirar la incertidumbre en la cumbre, sentir el vértigo desde los abismos de la cordillera. Estuvo dos días arriba. Ascendió a caballo por 48 horas, de a pocos. Así se aproximó a la inmensidad del fin del mundo, a la vida y a la muerte.
Roberto Canessa, uno de los sobrevivientes, deja esta idea en el libro: huir hacia adelante. Imposible olvidarla.
A Roberto lo conozco desde la infancia, somos vecinos, del mismo colegio, es dos años menor que yo. Desde niño siempre ha sido una persona muy brillante, ahora es un gran médico, es muy disruptivo, no sigue los patrones; y eso lo puso en práctica a los 19 años y fue uno de los que creó lo que hemos llamado la sociedad de la nieve, que es una construcción de vivos y de chicos que no volvieron, es una construcción coral. Hay 16 vivos porque hay 29 muertos que ofrecieron sus cuerpos. Es un caso de una generosidad como nunca he visto en la historia humana.
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En otro pasaje usted cita la frase de Miguel Shaw, compañero de estudios de Daniel Fernández. Miguel presenta un trabajo en la universidad e incluye a Daniel. Y el profesor le dice por qué incluye a un muerto. Miguel responde: “Él no está vivo, pero tampoco está muerto”. Casi poético.
Con este libro me siento comprometido. He hecho muchos libros en primera persona, pero no sobre personas con las cuales yo me haya criado, moldeado, ni que compartía la infancia, adolescencia y la juventud, ni casos con quienes seguí siendo amigo toda la vida. La sensación que teníamos cuando cae ese avión con compañeros nuestros era exactamente esa: que no estaban vivos, pero tampoco muertos. Yo tenía 22 años. Cuando el avión no aparece, para quienes quedamos en Montevideo, ellos estaban en un limbo, que se disipa cuando aparecen Nando Parrado y Roberto Canessa. Y luego viene la lista más trágica; era llorar y reír al mismo tiempo: cada uno que aparecía en la lista de sobrevivientes, tal vez era uno menos en la lista de los amigos que no iban a volver.
Ellos, y en varios casos las familias, inventaron un lugar entre la vida la muerte, que no se sabe qué es…
Han inventado un lugar que no tiene palabras. Se creó un lugar que no es físico, que no tiene definición y que va más allá de lo racional y que va más allá de lo emocional. Tampoco quiero hablar de efectos paranormales, pero todo lo que ocurrió allá rompió los umbrales. Esta historia levanta umbrales, ahora tenemos a 160 millones de personas que vieron la película, hay media juventud que está dentro del avión debatiendo sobre la vida y la muerte, el sentido de la vida, la fraternidad, la compasión, la misericordia. Una especie de cruzada para evitar la polarización extrema en la que estamos, para aportar un grano de arena en pos de la reconciliación, y que debe tener como norte una visión optimista de lo que somos los seres humanos: en el fondo somos bondadosos.
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Crearon una sociedad donde incluso tuvieron que comerse a los muertos.
¿Y si invertimos la idea?: crearon una sociedad donde yo me ofrezco que si muero, pueden usar mi cuerpo para seguir viviendo, una sociedad donde los vivos ofrecen sus cuerpos cuando fallezcan para que el otro continúe con vida. Décadas antes de la donación de órganos.
A la vez, este caso tiene alrededor varios sucesos inexplicables, como la persona que no viajó porque se quedó dormida y que años después falleció en un accidente vehicular porque se quedó dormida.
Te agrego un hecho que no está en el libro. Un íntimo amigo que tengo desde la infancia que era compañero de todos nosotros, que es chileno, cuando lo buscaron para viajar, la hermana tuvo una suerte de premonición de que no podía ir y lo convenció de que no vaya. Dejó el lugar vacante y subió otra persona. Este amigo quedó muy bloqueado, nunca ha hablado. ¿Cuál es la explicación de la premonición de una hermana?
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¿Por qué ‘La sociedad de la nieve’ tendría que llevarse un Óscar?
Es una película que juega en una liga diferente, en la liga emocional, es casi una experiencia extracinematográfica. El hecho de que media juventud esté adentro del avión debatiendo el tema de la vida y la muerte, de la fraternidad, generosidad merece un reconocimiento para que se multiplique. Es merecedora de algún galardón para que haya más gente en ese avión planteándose esas preguntas y enfrentándose a esos dilemas.
AUTOFICHA:
-“Yo sabía del viaje (de Uruguay a Chile con el equipo de rugby). Pero jamás pensé ir por mis estudios. Estoy cerca porque los conozco a todos, no estoy adentro porque no viajé. Por eso lo miro con un poco de distancia. Lo que yo hice con las consecuencias es darle un sentido”.
-“(Con el libro) quería darle un sentido por los chicos que volvieron y por los que no. Siempre quise hacerlo. Siempre me interesó escribirlo desde la cercanía, desde el ‘¿qué nos pasó?’, no desde el ‘¿qué pasó?’. Cada uno tiene su tiempo para procesar esta tragedia”.
-“Hay dos de los ‘chicos’ (que sobrevivieron a la tragedia), que ya no son chicos claro, que hasta hoy no les gusta hablar, lo hacen por obligación. Uno de ellos, cada vez que iba a la casa, me decía: ‘Pablo, ¿vos sos consciente que voy a sufrir?’. Yo le pedía disculpas, pero necesitaba que nos contara detalles”.
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