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Olivier Adam: “Al ser voluntario uno aprende sobre sí mismo”
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Su abuelo fue parte de la resistencia en la Segunda Guerra Mundial. Lo encarcelaron. Huyó y lo atraparon. Fue confinado a campos de trabajo nazi. En el pueblo de su familia, vieron cómo la Iglesia tuvo una relación muy estrecha con “los invasores”. Crecieron sin religión; tal vez por eso Olivier Adam no está bautizado. La suya era una familia pobre, pero señala que aprendió que siempre había que apoyar al otro. “Nos criaron para ser buenos seres humanos, no ser egoístas”, me dice el coordinador ejecutivo de Voluntarios de las Naciones Unidas, máxima autoridad a nivel global. Vocación que, al parecer, viaja en el ADN familiar: una de sus hermanas trabajó con la Cruz Roja en países en situación de guerra y la otra, en apoyo psicológico a los más necesitados.
La relación con el Perú no es nueva. Su padre, quien hoy tiene 85 años, dos menos que su madre, vino al Perú como arquitecto para montar orfanatos. El especialista francés también ha estado durante el gobierno de transición de Valentín Paniagua. Fue jefe de la misión electoral de la ONU y trabajó en la organización de las elecciones presidenciales.
El economista, formado en política y relaciones internacionales, detalla que le interesa más la literatura y la filosofía. ¿Por qué la economía? “Es importante entender cómo funcionan los países”, dice en un español fluido. ¿Y por qué el voluntariado? Explica que quería regresar a los cimientos de la razón por la cual ingresó a las Naciones Unidas hace 32 años. “Trabajar con los voluntarios me da este placer”, añade y recuerda que, durante el verano francés, cuando era joven, ya ayudaba en labores sociales a menores en situación de vulnerabilidad.
-¿Ser voluntario es un deber?
Uno se pone de voluntario porque es el gusto de poner el tiempo para hacer una cosa que va más allá de uno mismo. Tenemos voluntarios de 21 años y de más de 80 años. Tenemos un doble mandato: promover el voluntariado como un valor integral y manejamos la integración de voluntarios calificados para todo el sistema de Naciones Unidas.
-¿Hay algún país que concentre la mayor cantidad de voluntarios?
La concentración está en los países de crisis. Una gran parte están en África, es el continente que requiere más apoyo de las Naciones Unidas.
-¿Cualquiera puede ser voluntario?
Depende del tipo de voluntario que busquemos. Puede ser alguien muy especializado, con conocimientos de idiomas y con competencias técnicas. En función de eso aplican.
-¿Todos deberíamos alguna vez ser voluntarios?
No todo el mundo tiene el tiempo ni el conocimiento para hacerlo de una manera durable. Pero pienso que hacemos voluntariado cuando ayudamos a los abuelos, a los padres cuando envejecen y cuando cuidamos a nuestra propia gente. Es algo que va más allá de dar nuestro tiempo. Da mucho reconocimiento a sí mismo y te valora como persona.
-¿Qué se aprende siendo voluntario?
Primero, uno aprende sobre sí mismo. Trabajas con beneficiarios que te abren un poco la mente y aprendes no solo competencias. Si trabajas con Naciones Unidas, aprendes trabajando con gente de distintos países. Tenemos voluntarios de 167 países.
-¿En el Perú hay una cultura del voluntariado?
En la mayoría de los países hay cultura de voluntariado, especialmente en el campo. Me refiero a las zonas rurales. No existe tanta cultura de voluntariado en las ciudades.
-¿Por qué pasa eso?
En las ciudades la gente es mucho más aislada, no se da cuenta de lo que está pasando. No sabe si alguien necesita ayuda.
-Pareciera que en la ciudad somos más insensibles.
Así es. Y se ve. En ciudades ves más desigualdad que en los pueblos. Eso pasa en todo el mundo. Por ejemplo, es increíble lo que ocurre en San Francisco, en Estados Unidos. Pero América Latina es la región donde existe más desigualdad.
-¿La política debería ser un espacio para el voluntariado?
Hay que tener un espacio de voluntariado dentro del marco de una política general de un país.
-¿Pero ser político no debería ser un acto de voluntariado?
No necesariamente. Es una cosa complicada lo que me pides. Pero sí, hay valores comunes con el voluntariado.
-En todo caso, ¿el político debería tener los valores del voluntariado?
Sí. Y esto se les reconoce mucho más ahora a los gobiernos.
-¿Todo político o empresario debe pasar por una acción de voluntariado?
Yo pienso que, al menos, tienen que apoyar el voluntariado dentro de su agenda política y, en el caso de los empresarios, dar tiempo a su personal para ejercer el voluntariado.
-Insisto. ¿No sería más conveniente que un empresario o político tenga en su hoja de vida la experiencia como voluntario?
Sería muy bueno. Es el ideal. Te dice que estas personas tienen esos valores y eso es importante.
-¿Cree que hacia las próximas décadas el papel del voluntario crecerá, será cada vez más necesario?
Tendría que ser más necesario. El discurso que apoyamos como Naciones Unidas es que el voluntariado sea reconocido. Sabemos que, aproximadamente, hay mil millones de personas que son voluntarias y son 104 millones de personas trabajando todo el tiempo, y que es una fuerza con la cual contar.
-¿Ser voluntario es ‘rentable’?
Por supuesto, pese a que no se puede medir en términos de plata. Todos vamos a morir. Entonces, hay que vivir de manera plena y no hay otra forma que apoyándonos entre nosotros. Y asegurándonos de que tratamos de dejar un mundo mejor.
AUTOFICHA
- “Me llamo Olivier Adam, soy francés. Nací a 50 kilómetros al oeste de París. Primero estudié en el Instituto de Estudios Políticos de París, que prepara generalmente para la administración francesa. Trabajé un año en el sector financiero y de ahí tuve una beca para irme a Londres”.
- “En Inglaterra estudié Economía en el London School of Economics, y fue de donde me reclutaron para las Naciones Unidas. Diez años después, me fui a hacer una maestría en Harvard. Ahora estudio todo el tema de apoyo psicológico a las personas vulnerables”.
- “Estoy haciendo un diplomado en coaching porque una vez que pare toda esta vida de loco, de viajes, quiero hacer un apoyo más individual, especialmente a jóvenes que tienen problemas de integrarse en la vida profesional. También estudio yoga y me encantan las plantas. Y tengo 58 años de edad”.
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