Julio Silva ‘Macha’ nació en Tingo María y en Lima, bebió del rock subterráneo. (FOTOS: MARIO ZAPATA NIETO / @PHOTO.GEC).
Julio Silva ‘Macha’ nació en Tingo María y en Lima, bebió del rock subterráneo. (FOTOS: MARIO ZAPATA NIETO / @PHOTO.GEC).

Se apagó la luz del concierto y empezaron a llover botellas en lo que era una fiesta en la Universidad Nacional Agraria de la Selva, en de la década del 80, donde Julio nació. En el público estaba él, sorprendido, sobre todo, por lo que era la primera banda de rock que veía en vivo, Rio, populares por canciones como “Televidente”.

En noviembre pasado, más de 30 años después, Julio Silva, conocido como ‘Macha’, contó aquella historia a dos de los integrantes de Rio, esta vez en medio de una conferencia de prensa por el regreso del festival Rock en el Parque. “Hoy me doy cuenta de que Rio fueron los primeros que me abrieron la puerta a la música”, me dice la voz de , banda de punk rock que lleva 28 años de trayecto y que este año publicó el álbum Alma rota en plataformas digitales, CD y vinilo. Banda que ha volado a festivales en Colombia y Argentina.

Llegó a Lima para ser ingeniero industrial. Dejó una ciudad convulsionada por el terrorismo y el narcotráfico. “Cómo le ibas a decir a tus viejos ‘voy a ser músico’...”, dice y recuerda que, una vez en Lima, pisó por primera vez La Colmena, la ‘discotienda’ callejera del momento. Tenía 16 años, fue a comprar casetes y el ‘Chato’ Víctor, personaje clave en la historia del , le vendió uno de la banda española Eskorbuto y le recomendó veinte grupos más.

Pero antes vivió en el campo. Caminaba media hora para ir a la ciudad y colarse en los ensayos de uno de los grupos de más populares de entonces: Cuarteto Continental. Y retornaba a casa, en la Universidad Agraria de la Selva, donde su padre era profesor de Estadística. “Yo no quería ser como mi viejo y mi hijo no quiere ser como yo”, me dice aliviado y estalla en risas. Su hijo tiene 20 años, nació en Los Ángeles, le gusta el hip hop, estudia Sistemas y quizás sí quiere ser como su abuelo.

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-En el vinilo de Alma rota, el lado A comienza con dos canciones que, al parecer, refrescan el sonido de Aeropajitas: con piano y vientos. ¿Es posible hablar de renovación en el punk?

No sé si renovación. El sonido (de Aeropajitas) ha cambiado. Javier Chunga ha entrado y ha empujado otro sonido. El teclado y las trompetas las hizo el ‘Mono Landavere’, que fue tecladista de Julio Andrade.

-¿Qué ha mantenido vivo a Aeropajitas?

Ya es como jugar fulbito. Si me lo quitas, ya no sé qué hacer. Porque plata no es. Nadie vive de esto; solo el Daniel F la hace (ríe)... Es un poco difícil ir con las canciones nuevas. Hemos podido meter unas seis de ese disco en el set en vivo. Yo quería meter más. Un grupo tiene la posibilidad de ser nuevo cada vez que saca un disco.

-¿Alma rota es pesimismo o derrota?

Puede ser más pesimismo. Pesó más el lado gris de Lima. Pero también estaba la opción de “Aún sigo de pie”, como la canción. Yo quería esta última. Pero está bien que hayan escogido el otro, porque se aprende de la derrota.

-¿Cuándo te tocó sentir la derrota?

Cuando se cayó todo por la pandemia. Pero ver cómo toda la gente que se dedicaba al rubro empezaba a ver la manera de volver a la música me humanizó. Nosotros estábamos componiendo el disco, nunca habíamos compuesto digitalmente. Es buen método. El punk de antes lo tenías que hacer en un estudio.

-¿Y eso no es mejor?

Puede ser. ¿Pero si eres solo?

-¿Pero una banda no tiene que verse, sentirse?

Sí, sí, sí. ¿Pero el Bizarrap?

-¿Te gusta?

Sí.

-¿Por qué?

Porque está en su cuarto y la hace linda, sin salir. Mientras menos gente veas y la haces, mejor.

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-¿Te gusta el hip hop que mira a la cumbia, a ‘lo urbano’?

Alucina que sí. Ahora me gusta hasta el reggaetón que canta punk. Trueno canta en la versión de 2 Minutos y me vacila.

-¿No te has animado a hacer hip hop?

No tanto, porque siento que no me sale muy bien. Cumbia quise... Un grupo de punk y cumbia mezclados es una bomba, como Todos Tus Muertos. Todo el mundo baila la cumbia y la cumbia peruana es buenísima.

-¿Por qué?

Por las guitarras que tiene. No sé si hay discos de rock comparables con esas joyas, con la calidad que tiene Juaneco y su Combo, ellos eran rockerazos. Qué Saicos, Eutanasia... Juaneco y su Combo era más punkie que Eutanasia, lejos. Lo que han hecho es universal. Eran unos chamanes. Les tiraron Santana y vomitaron Juaneco. Es una cosa genial y cómo no reconocerlo.

El reciente disco de Aeropajitas.
El reciente disco de Aeropajitas.

-¿Por qué sigues haciendo punk rock?

(Se queda en silencio, intenta empezar una palabra y no la acaba, otra vez el silencio). Qué será... Es por uno, ¿no? Es para salvarme a mí. Todos vamos a morir y hay que morir con dignidad. Y también pienso que me quedan 10 años más en la música. No creo que después de los 60 tenga el mismo vigor.

-¿Sigues siendo ‘subte’?

Sí, de alguna manera. Bien antisocial, tengo los mismos amigos, no salgo mucho.

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-Pero te gusta Bizarrap.

Sí, por la fiesta. Al ‘subte’ le gusta la fiesta. Una de las mejores fiestas que fui fue cuando tenía 16 años, en El Hueco de Santa Beatriz con el ‘Chato’ Víctor; escuchamos La Polla Records. No había lugar en Lima donde se escuchara el casete de La Polla Records a alto volumen. Y eran épocas difíciles, con terrorismo.

-Y luego El Hueco se convirtió en un jardín de infancia. Paradójico, ¿no? Probablemente siempre fue un jardín.

¡Sí! (estira la i). Todos éramos niños siempre.

AUTOFICHA:

- “Soy Julio Alberto Silva Anaya. Me dicen ‘Macha’ por los machiguengas. Pensaban que Tingo María era una isla de los machiguengas (risas). Un amigo, el ‘Mostro’ Rafo, me lo puso, y la recontrachuntó, y le agradezco; a veces me gritan por la calle ‘Macha’, ‘Macha’”.

- “Acabé el colegio en Tingo María y estudié en la Universidad de Lima dos años, y me botaron porque jalé matemática en Ingeniería Industrial. De ahí ingresé a San Marcos a Sociología, que no acabé porque no me interesó el trabajo de proyectos sociológicos”.

- “Si vas a vender tu culo, prefiero venderlo rockeramente (risas). Pero la carrera me dio conocimientos. Creo que con los Aeropajitas hemos sacado ocho o nueve discos. A este último disco, Alma rota, le tengo mucho cariño, pero cada álbum nuevo es la posibilidad que tienes de reinventarte”.

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Ariel Segal

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