Cuando llego para la entrevista, el estudio de grabación está en silencio. le ha puesto pausa a los últimos arreglos de su disco. Está a días de estrenarlo. Sin embargo, en su mente siguen sonando las zampoñas peruanas, el shakuhachi japonés, las tablas de la India, el oud turco. Una mixtura musical como resultado de un viaje donde aprendió que la música es un lenguaje sin fronteras. 

Todo empezó cuando Lucho tenía once años. Su hermano tuvo un grave cuadro de asma y el médico recomendó que dejaran Lima. El frío y la humedad empeorarían las cosas. Lucho no quería alejarse de las pichangas con sus amigos del colegio, ni de su barrio de siempre. Lo recuerda claramente, mientras se acomoda frente a la computadora donde ensambla los sonidos que producen su magia. 

¿Serías músico si no te hubieras ido a vivir a Huancayo en tu niñez?
No lo sé. Tal vez no me hubiese enamorado tanto de la música. Yo tenía un prejuicio y pensaba que no sabía tocar nada, así como hay gente que piensa que tiene dos pies izquierdos para bailar. Lo que hizo ese viaje fue quitarme ese prejuicio. Mis amigos del colegio fueron quienes me enseñaron a tocar por primera vez. 

¿En tu familia había algún músico?
No. Bueno, mi mamá cantaba y mi papá también, pero lo hacían en mi casa. No era una familia muy musical o artística. Por eso también creo que tenía la idea de que la música no era para mí. Cuando yo descubro que puedo tocar es que empieza todo. Insisto en que el prejuicio es una de las barreras más grandes para cualquier persona respecto a la música. 

Lucho Quequezana presentó original concierto en la APEC.
Lucho Quequezana presentó original concierto en la APEC.

Hay otro prejuicio que también has desbaratado con tu historia: que irse de Lima a una provincia es retroceder.
En ese momento no me daba cuenta porque tenía once años. Ahora ya. Pero de lo que sí era consciente es que en esa época el país estaba muy polarizado. En ese tiempo era: “tú eres de Lima, tú eres de la selva, tú eres del ande, tú quédate con tus cosas, no tenemos nada que hacer”. Por eso cuando yo llego y no conocía a nadie fue difícil, pero de pronto apareció un instrumento musical que borró absolutamente todo eso. Me hizo descubrir el lado maravilloso de la integración. 

¿Por ahí inició la idea de tu proyecto ‘Sonidos vivos’, que involucró a culturas totalmente diferentes unidas por la música peruana?
Completamente, porque yo lo viví. Si la música puede lograr estas cosas, por qué no seguir explorando un poco más. 

¿Ahora cuál es tu nuevo proyecto?
Es mi disco más reciente: Pangea. Es un poco el resumen de un viaje de años en el que me he alimentado de todo lo que he podido. ‘Sonidos vivos’ para mí ha sido una maestría en música, en sociología, en comunicaciones. Pude conocer culturas lejanas y, algo importantísimo, me sentí una cultura lejana para ellos también. Musicalmente, la cantidad de ritmos, sonoridades, instrumentos, formas de expresarse ha sido para mí una gran influencia, entonces Pangea es un poco el resumen de todo eso.

Pangea fue el primer continente. Era uno solo antes de que se dividiera como ahora.
De ahí parte el concepto. Por más diferencias que haya por las religiones, idiomas, colores de piel, lo que sea, todos en algún momento hemos partido de un solo sitio. Y la música te hace sentir parte de un todo. Pangea, este disco, es un viaje por mis influencias del mundo. Por eso en el álbum hay ritmos de Turquía, instrumentos africanos, y claro que también el sello con el que crecí: ritmos peruanos. Es una travesía desde el punto de vista de un peruano actual, que ya no se siente tan ajeno al resto del planeta. Que sale del país para abrazar cosas que son increíbles y pueden alimentarnos. 

Una evolución que realmente es palpable. Salimos y destacamos en gastronomía, música, turismo, ¡hemos ido al Mundial!
Hay un crecimiento que es mostro porque el peruano ya se reconoce como ciudadano del mundo. Hemos llegado a Rusia y arrasamos de energía, parecíamos locales. ¿Cuándo ha pasado eso? Este nuevo peruano suena distinto. 

¿A qué suena?
A todos los sonidos de los que estamos hechos, de los lugares de donde venimos. El Perú es completamente diverso y en los últimos años nos hemos vuelto muy orgullosos de nuestra identidad. No se puede negar que aún quedan casos, felizmente cada vez menos, de discriminación, pero hay muchos que se están reconociendo en el otro y eso me parece maravilloso. Eso no ocurría antes. Ese afianzamiento de la identidad nos ayuda muchísimo a seguir construyendo nuestra propia versión del peruano contemporáneo. 

¿Y qué es eso que tenemos en común con los extranjeros?
Nos podemos ubicar en geografías distintas, pero todos lloramos, todos reímos, todos pasamos momentos felices y tristes, todos festejamos, todos abrazamos. Eso lo logra la música, como también lo pueden lograr otras cosas, pero la música tiene esa particularidad que al poner un buen acorde no importa que la persona que esté al frente no tenga la menor idea de cómo te llamas ni qué idioma hablas, lo escucha y puede sentir lo mismo que tú. 

¿La música es un lenguaje universal?
Exacto. La música no se ve, sin embargo entra por tus oídos y te recorre el cuerpo. La música no tiene idioma. El universo nos ha dado sonidos y frecuencias que alguien ordenó, los definió como notas, creó un lenguaje. Así como ahora tú te emocionas cuando escuchas música en tu celular, así también se debieron emocionar las primeras civilizaciones cuando descubrieron la música y pasará lo mismo en cien o mil años. Por eso estoy tan seguro de que yo no he inventado nada, solo comunico todas las maravillas que he descubierto. 

Lucho Quequezana vuelve a presentar espectáculo Ludofónico.
Lucho Quequezana vuelve a presentar espectáculo Ludofónico.

AUTOFICHA
- ​“Me llamo Luis Rafael Quequezana Jaimes. Nací el 25 de setiembre de 1974 en Lima. Tuve un grupo musical folclórico en el colegio junto a mi hermano. Pero conforme fuimos creciendo, el grupo se separó. Cada quien tomó rumbos diferentes, estudiamos distintas carreras en la universidad”. 

- “Hace poco terminé de leer un libro de física cuántica, que es algo que me encanta. La física cuántica estudia las partículas mínimas que existen en el universo y es alucinante porque parece ciencia ficción, pero no lo es. Hay una teoría que dice que la música parte de ahí”. 

- “Escucho mucho a Snarky Puppy, es una banda de jazz americano que me encanta, de hecho es una de mis influencias. Mi próximo show, donde presentaré Pangea, será en el Gran Teatro Nacional el próximo 20 y 21 de octubre. Luego empezaré una gira en países de todos lados”.

TAGS RELACIONADOS