Dos mujeres, madre e hija, son asesinadas brutalmente dentro de un departamento de París. Decir brutal es poco: en este caso hubo estrangulamiento, una cabeza casi desprendida del tronco y mechones arrancados del cuero cabelludo. El ataque se dio dentro de una habitación cerrada en un cuarto piso. Se descarta que el móvil sea el dinero: el asesino dejó regada una fortuna en oro. Los testigos escucharon una discusión, una voz extraña, pero no vieron entrar o salir a nadie por las puertas. Ante la incapacidad de la policía para resolver el crimen, entra en escena Auguste Dupin, un ingenioso aristócrata que, con su intelecto y capacidad deductiva, descifrará el misterio.
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Con este relato, Los crímenes de la calle Morgue, publicado en 1841, el escritor estadounidense Edgar Allan Poe inauguró el género policial en la literatura. La premisa de misterio y suspenso para mantener en vilo al lector, y el arquetipo del detective cerebral, encarnado por Dupin, son algunos de los aportes de Poe a la narrativa moderna, aportes que aún se mantienen vigentes en este género tan popular.
De acuerdo con el escritor Gustavo Pino, Poe decide narrar esta historia desde la voz de un testigo, en este caso, el amigo del detective Dupin. Esta decisión técnica permite que el lector conozca los avances de las pesquisas desde cierta lejanía, sin estar en la mente del investigador. “La mirada de testigo genera tensión y expectativa en el lector: mantenemos la curiosidad y las ganas de conocer la solución del crimen porque, al igual que el narrador, aún no tenemos las respuestas. Desde esta perspectiva de ignorancia, hay espacio para que Dupin se luzca con sus deducciones”, explica Pino.
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Arquetipo del detective
Otra innovación de Poe en este relato es el propio Dupin, un personaje enigmático y excéntrico que tiene una capacidad única para resolver los casos.
“Su método es racional: analiza cada pista, contrasta la información y saca conclusiones por encima de la capacidad del ciudadano común. Y cumple esta tarea con cierto romanticismo, porque no lo moviliza el dinero, sino el servicio a la sociedad”, agrega Pino.
Este modelo del detective racional y analítico servirá como referente para otros investigadores emblemáticos del género, como Sherlock Holmes, creado por Arthur Conan Doyle, y Hércules Poirot, protagonista de varias historias de Agatha Christie.
Atracción y vértigo
Después de Poe, el género policial fue evolucionando y ampliando sus márgenes. Luego de Conan Doyle, viene la novela negra con autores tipo Raymond Chandler y Dashiell Hammett, que presentan detectives más terrenales y pragmáticos, presionados por la corrupción de las urbes. En Latinoamérica destacan el brasileño Rubem Fonseca y el argentino Ricardo Piglia, quienes exploran en sus ficciones la ambición y la violencia de nuestra región. Y en el cine, el cómic y los videojuegos siempre hay espacio para las historias policiales.
Pero ¿por qué nos atraen este tipo de historias? Gustavo Pino, quien también ha incursionado en el género policial con su novela Un asunto frío y vulgar (Aletheya, 2019), plantea esta solución al enigma: “Hay un vértigo al exponernos a la tensión de un crimen sin resolver. La búsqueda nos atrae por el misterio y el morbo de saber quién fue el asesino y por qué lo hizo. Esa es la esencia del género policial”.
Poe comprendió muy bien cómo incitar la curiosidad humana: una condición irrefrenable y, a veces, mortal.
Datos:
-Este domingo 1 de septiembre sale a la venta con Perú21 la adaptación al cómic de “Los crímenes de la calle Morgue".
-La publicación está incluida en la colección “Clásicos de la literatura en cómics”, que impulsa este diario junto con Pop Fiction.
-Esta cuarta entrega cuesta S/19.90. Estará disponible en los kioskos de la capital.
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