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José Olaya Balandra: 199 años de la inmolación del mártir de la independencia del Perú y orgullo de Chorrillos

Cada 29 de junio se conmemora en el distrito de Chorrillos, una de las hazañas más honorables y conmovedoras de nuestra historia: la inmolación de Olaya, el héroe pescador que decidió entregar su vida antes de traicionar a la patria.

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Con la celebración del bicentenario de nuestra independencia empiezan a surgir los hechos históricos que dieron inicio a la República del Perú. Y dentro de esas historias, la del humilde pescador chorrillano José Silverio Olaya Balandra, es infaltable.
Cada 29 de junio se conmemora en el distrito de Chorrillos, una de las hazañas más honorables y conmovedoras de nuestra historia: la inmolación de Olaya, el héroe pescador.
De cuna humilde y raza indígena, José Silverio Olaya Balandra nació en 1782. Segundo de doce hermanos en una familia que vivía enteramente de la pesca artesanal en la villa de San Pedro de Chorrillos, una ranchería de pescadores al sur de la ciudad de Lima, muy popular como balneario de la clase alta limeña.
Desde temprana edad estuvo expuesto a las ideas de libertad que alimentaban sus sentimientos patrióticos. Estos ideales lo llevaron a ofrecerse como mensajero de la correspondencia secreta entre los patriotas.
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INDEPENDENCIA INCOMPLETA
Con la llegada de la corriente libertadora del sur y la declaración de la independencia el 28 de julio de 1821 en Lima, a cargo del general José de San Martín, esta nueva situación solo afectaba a la capital y el norte del nuevo país, pues las tropas leales al rey de España solo se habían replegado a la sierra central y sur, apostándose en el Cusco a la espera de retomar el territorio ocupado por los patriotas.
Luego de la misteriosa reunión secreta entre San Martín y Bolívar, llevada a cabo en Guayaquil, el libertador argentino regresó a Lima para instalar el Congreso Constituyente de 1822 y renunciar al cargo de Protector del Perú. Este nuevo Congreso nombró como presidente de la naciente República a José de la Riva Agüero.
Fue en este contexto que las tropas realistas, al mando de José Ramón Rodil, tomaron Lima nuevamente para el rey de España y obligaron a los patriotas a refugiarse en la fortaleza del Real Felipe, en el Callao. Entre los refugiados se encontraba el general Antonio José de Sucre, enviado por Simón Bolívar desde el norte.
Ante esta situación, en el que los ejércitos libertadores se encontraban divididos, es que los trabajos secretos de correspondencia de Olaya fueron cruciales, pues mantuvo la comunicación entre los patriotas del Real Felipe y el resto de Lima, sorteando la vigilancia de los realistas.
Según sus principales biógrafos, el pescador chorrillano cubrió una ruta que unía Lima y el Callao por el mar, con la Isla San Lorenzo de por medio. Este sorteaba parte del trayecto a nado y lograba infiltrarse en las zonas fuertemente vigiladas por los guardias de Rodil.
Haciéndose pasar como un simple pescador, entregaba la correspondencia entre Juana de Dios Manrique, una aristócrata y patriota, sobrina de Antonio Riquero, antiguo contador mayor y uno de los refugiados en el Callao. Pero también entregaba la correspondencia de Sucre, quien necesitaba saber los movimientos de los realistas y los pertrechos con los que contaban.
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“SI MIL VIDAS TUVIERA”
Lamentablemente, el humilde pescador sería eventualmente descubierto y apresado por los realistas el 27 de junio de 1823, cuando intentaba enviar una misiva de Sucre dirigida a Narciso de la Colina. Los historiadores no se han puesto de acuerdo si al momento de su detención, Olaya arrojó las cartas a una acequia o se las tragó, pero lo cierto es que esta correspondencia nunca llegó a ser descubierta.
Luego de ser apresado, fue llevado al palacio del Virrey y ante la presencia de Rodil y luego de ser torturado para que confesara, José Olaya Balandra se negó a revelar los nombres de los patriotas comprometidos en las comunicaciones, motivo por el que fue condenado a morir por traición.
El 29 de junio de 1823, día en el que los pescadores celebraban a San Pedro, en un callejón cercano a la Plaza Mayor de Lima conocido en la época como Petateros, Olaya fue fusilado y luego decapitado. Antes de morir dejó para la posteridad su inmortal frase:
“Si mil vidas tuviera, gustoso las daría antes de traicionar a mi patria”
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RECORDADO DESDE ENTONCES
La historia de este mártir chorrillano inspiró los ideales de la libertad que finalmente desembocaron en la consolidación de la independencia con las posteriores batallas de Junín y Ayacucho.
La ofrenda de su vida en favor de la independencia llena de orgullo al pueblo chorrillano que cada año conmemora su inmolación con desfiles cívico-militares en el malecón del distrito, en donde se levanta la efigie del mártir mirando al mar.
En mérito a su ejemplar conducta, José Olaya es honrado hasta hoy como patrono del arma de Comunicaciones del Ejército. Y el callejón en donde fue fusilado pasó a llamarse el Pasaje Olaya, en donde se levantó otro monumento en su honor.
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