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José Carlos Yrigoyen: Luna de infierno [OPINIÓN]
"Carmen Ollé consigue (...) que Halo de la Luna sea un libro donde se resumen felizmente los mejores hallazgos que ha logrado en sus libros anteriores".
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Muy pocos libros de poesía han causado tanta polémica y escándalo en nuestro país como 'Noches de adrenalina' (1981) de Carmen Ollé Nava (Lima, 1947). Su tratamiento de una sexualidad que ha dejado de lado todo pudor y eufemismo, la cruda exploración del cuerpo y de la psicología del yo poético, una de las más audaces que se habían acometido en nuestra tradición hasta entonces, lo convirtieron rápidamente en un hito de la lírica contemporánea peruana. Ollé se negó a repetirse y decidió abrirse a otros caminos: es así como ha publicado, de finales de los ochenta a la fecha, una decena de libros de géneros diversos, desde la novela –donde destaca 'Las dos caras del deseo' (1994)– hasta el teatro –ha publicado el interesante 'Tres piezas no' (2013)–.
Aunque la decena de libros que Ollé ha entregado son muy disímiles entre sí, me atrevería a afirmar que hay dos grandes temas que los enlazan: la incomunicación, que en su universo puede alcanzar ribetes trágicos, y el deseo como sinónimo de padecimiento, cuyas consecuencias hieren y dejan cicatrices que marcan el destino de sus personajes. Ambas obsesiones se reencuentran en su última novela, 'Halo de la Luna'.
Esta ficción trata de Samantha, una bella chica desahuciada por una sinuosa enfermedad. Sus millonarios padres han encargado a su aya, una vieja y sicalíptica mujer, que no muera sin antes haber experimentado el coito con un varón, y esta se lanza por un mundo repleto de amenazas para cumplir este mandato. El argumento y las atmósferas naturalistas y sórdidas nos pueden remitir a las narraciones de Kawabata o Mishima: ahí están los bosques sensoriales y misteriosos, la sordidez de irrealizadas estancias urbanas. Todo esto enmarcado en un planteamiento teatral con personajes que aparecen y desaparecen de escenarios fijos en breves escenas que se suceden con dinamismo.
Los protagonistas de 'Halo de la Luna' solo logran comunicarse cuando se injurian o se vejan verbalmente. Si lo que desean emitir corresponde a otros códigos, la respuesta siempre es la violencia física o el ultraje sexual. Porque aquí la sexualidad nunca cobra formas nobles o al menos placenteras; siempre tiene un hálito humillante y parasitario. La violación o las alusiones a ella, sobre todo de las formas más crueles, aparece constantemente en esta fábula maligna para la que no hay escapatoria. Toda cuestión sagrada se ha degradado y caricaturizado a tal punto que los personajes oran e invocan alternativamente a dioses orientales de distinta índole o deidades de la santería cubana, como si la fe no fuera más que un juego en el que entretenerse hasta el siguiente estupro.
Ollé consigue, mediante su seguro oficio narrativo y una innegable destreza para enhebrar sucesos e imágenes con equilibrio y esencialidad, que 'Halo de la Luna sea un libro donde se resumen felizmente los mejores hallazgos que ha logrado en sus libros anteriores. Quizá el único punto discutible sea la oralidad: los diálogos, a diferencia de las descripciones de eventos o de paisajes, lucen descuidados, explicativos, muy poco verosímiles. Este problema ya asomaba en sus novelas anteriores y aquí vuelve a comparecer como la deuda más saltante que acusa nuestra autora, que, más allá de esta objeción, revalida con este volumen sus credenciales como una de las escritoras más arriesgadas y singulares de la literatura peruana actual.
Valoración
- Carmen Ollé – Halo de luna
- Peisa, 2017. 77 p.
- Relación con la autora: conocidos.
- Puntuación: 3.5 estrellas de 5 posibles.
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