Javier Valdés. (Foto: difusión)
Javier Valdés. (Foto: difusión)

Su primer protagónico fue como Santiago Elguera en la novela Canela. Sin razón, lo mataron y luego lo resucitaron. Hoy, Javier Valdés cuenta esta anécdota y considera que la televisión es densa; por eso no entraría a un reality. Afirma que la actuación es su pasión y que le gustaría trabajar hasta el último de sus días.

Este 13 de junio estrenará la obra teatral La costumbre del mar, escrita y dirigida por Jorge Robinet, en el teatro Julieta. La trama gira en torno a un cocinero que es el mejor del mundo y, en medio del boom y la cima de la popularidad, ha decidido cocinar a un humano.

Interpretarás a un chef poco común.

Sí, es un chef que ya cocinó todo tipo de cosas. Se pone en juego también el tema del reality. Se le ocurre esta idea de cocinar a alguien y que la gente pague por ver eso. En la obra también está Aldo Miyashiro. Ha sido una experiencia buena.

¿La obra es una especie de crítica al boom gastronómico?

Yo no creo que sea una crítica al boom de la cocina peruana. Creo que, más bien, habla de las relaciones de poder, que en un reality ya no importa tanto lo que cocines, sino lo que se pone en juego durante el programa, el morbo de la gente por ver algo que vaya más allá de si está rico o no. El boom de la cocina es algo que nos ha favorecido mucho a nivel de exposición. Tenemos el privilegio, la suerte, de ser un país rico en muchas cosas. Perú es un mestizaje, una confluencia de culturas y de sabores, aunado a que tenemos una tierra maravillosa con diferentes alturas, regiones y productos. Creo que siempre se ha comido bien en el Perú y ahora se come mejor.

Hablabas del morbo. ¿Crees que nuestra sociedad es morbosa?

Yo creo que sí. La gente, más que leer, está interesada en ver algo que entretenga. Se acaban de estrenar seis películas nacionales, y hay todo un tema de que si el cine peruano es bueno o malo, pero ¿qué historias contamos? Tienes que contar una comedia, algo ligero para que la gente se ría. Hace dos años hicimos dos obras de Julio Ramón Ribeyro, escritas hace 60 años; hablan de los niveles de corrupción en el Estado. La gente se moría de risa, pero el tema profundo era la corrupción y la gente se ríe de eso. En 60 años todo sigue igual, todo es un desastre, los presidentes terminarán su gobierno y se irán presos porque siempre se les encuentra que están metidos en chanchullos y el Congreso es un desastre, a donde mires, todo está podrido y la gente dice que mejor hay que reírnos, en vez de pensar.


También podría ser un mecanismo de defensa, para cuidar la alicaída salud mental.

Sí, claro, puede ser. Estamos pasando por una época complicada. Yo siempre pienso que tenemos un país tan rico y no lo aprovechamos. Más estamos preocupados en ver cómo me enriquezco yo que en cómo hacer para que nuestra sociedad mejore en todo sentido. Hay una serie de cosas que habría que arreglar. Me imagino que no debe ser tan fácil el proceso.

¿Has perdido la esperanza?

Como se dice, la esperanza es lo último que se pierde. Lo veo complicado, pero no imposible. Creo que en algún momento, si no soy yo, serán mis hijos o mis nietos quienes puedan hacer un cambio.

¿Te arrepientes de algún trabajo que haya sido farandulero?

No, nunca me arrepiento. Cada cosa que he hecho me ha dejado aprendizajes siempre. Quizás lo más farandulero que he hecho ha sido este Bailando por un sueño. El concepto fue interesante y el objetivo era importante. El problema no es eso. El problema eran las reglas de juego, no importaba si bailabas bien, importaba que hicieras rating, que pasara algo, tenías que conseguir votos. Si no produces rating, si no produces escándalos o lo que ellos necesitan, ya pues, fuera.

¿Con todo esto que dices está descartado que vuelvas a algún reality, como tal vez El gran chef?

No sé. Ahora, después de la obra, seguro que me van a invitar (risas). A mí me gustaría cocinar, pero ‘tranqui’, en mi casa, para mis amigos; cocino porque me entretiene y me relaja. El mundo de la televisión es un poco denso; tienes que dejar de hacer todo, y yo dicto clases, hago teatro. Ahora estoy haciendo contenido para redes. Ahora hemos hecho videos para Emoliente TV.

¿Entrarías a la política?, ¿te ha contactado algún partido?

No entraría de ninguna manera. Sí me han contactado para elecciones municipales y congresales. No me interesa porque siento que es entrar en unos terrenos delicados y es luchar contra el sistema, es muy difícil cambiarlo, moriría al toque. Si te metes en política, envejeces 15 años en 1 año.

¿Cuál ha sido el papel que más ha significado para ti?

Hay varios que recuerdo con cariño, probablemente el de Canela, porque es el primer protagónico que hice en televisión. Me contrataron como protagonista, pero al final me dijeron que había adquirido demasiado protagonismo y que por eso me iban a matar, y me mataron. Después me resucitaron porque no les ligó lo que ellos esperaban. Y me resucitaron, que fue totalmente absurdo y jalado de los pelos, pero, en medio de todo, le tengo cariño porque fue la primera novela que se hizo fuera de Lima y fue hermoso. En cine, La captura del siglo, que fue una historia interesante. No me quejo, agradezco las oportunidades que me da la vida, trabajo no me falta. Trabajaré hasta el día que me muera; si no trabajo, me muero.


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