(Perú21/ Manuel Melgar)
(Perú21/ Manuel Melgar)

En Potosí, a cuatro mil metros sobre el nivel del mar, al final de la jornada los mineros bajaban del cerro a sus casas. Pero se detenían en el camino y cantaban “El Minero”. Gerardo Arias lo escuchó cuando era niño y no olvidó el sentimiento con que interpretaban esa canción. Tampoco olvidó las veces que paseaba por el bulevar de la ciudad y en las casas musicales sonaban a todo volumen y Chopin. De esos recuerdos, que son parte de la banda sonora de una vida, nació .

La mítica agrupación boliviana, con casi 44 años en escena, está en Lima y este lunes, a las 8 p.m., el abre sus puertas para que suene la magistral versión de “El Minero”, que viaja por los senderos del charango, zampoña, guitarras, quena y la voz de Gerardo, quien canta como si acariciara las palabras.

Tras el golpe de Estado de Hugo Banzer, migró a Argentina para estudiar Arquitectura. No acabó la carrera y se impuso la música. Desde el charango continuó reinventando la música clásica. Pero a la distancia, los sonidos ancestrales de Bolivia cobraron mayor fuerza y retornó a su tierra para hacer historia.

Ya perdió la cuenta de cuántas veces vinieron al Perú. Lo hacen desde los 80. La primera vez fue en el Teatro Municipal. Y ahora en el mayor escenario del país, donde nos encontramos para esta entrevista. “Hemos logrado que la música boliviana entre a un teatro”, me dice orgulloso y mirando asombrado como un niño la arquitectura del lugar.

Pero primero fue el grupo de rock Los Rebeldes.
En el colegio. Escuchábamos a los Beatles. “Let it be” era nuestro himno. Empezaba la década del 60. Creo que fui el primero en tener un disco de ellos en Potosí, por una prima que vivía en EE.UU. Lo más parecido que había escuchado era Elvis Presley. Teníamos 15 años. Y fui al colegio con la gran novedad. Al poco tiempo agarramos las guitarras eléctricas. Con Óscar Castro y Eddy Navia hicimos el grupo y luego Savia Andina.

¿La música era un pasatiempo o ya pretendía ser músico?
Al comienzo era más pasar el tiempo. Potosí era una ciudad conservadora, por los resabios de la colonia. Pero logramos imponernos. Desde jóvenes nos preocupamos por presentar canciones con buena afinación. Creo que con Savia Andina hemos elevado el folclor boliviano a nivel concierto. Quisimos que nuestra música tenga la calidad de sonido de clásicos como Mozart.

¿Qué tienen en común Mozart y la música del Altiplano?
Escuchas a Chopin y sus valses, y tiene tanta melancolía que pareciera querer hablar, llegar a la gente. Y hay temas del ande que son así. En Japón también encontramos eso en la música enka, de sus antepasados, que pretende ir a lo interno del ser humano. Hay muchas melodías del Altiplano que tienen esa magia.

¿Savia Andina creó un estilo?
Creo que sí. En el Teatro Municipal de La Paz no permitían folclor. Con Savia Andina conseguimos que nos abran esa puerta.

¿Cómo se dio la influencia de Beethoven, Mozart y Chopin?
Se dio por la formación en el colegio y de nuestros padres. Además, Potosí es una ciudad importante, donde llegaban pintores y músicos desde la colonia. De algún modo, esos genes quedaron flotando. En esa época había casas musicales que al mediodía ponían música clásica en pleno paseo peatonal, en el bulevar de Potosí. Todos los caminantes la oíamos, desde niños.

¿Savia Andina es como la sinfonía boliviana?
De algún modo, puede ser. La historia de Potosí ha influido mucho en nosotros. Por ejemplo, tienes “El Minero”, que se ha vuelto como un himno.

¡Es un clásico!
Es un tema antiguo, de Jaime Medinacelli, de principios del siglo XX, será de la década del 30 más o menos. La cantaban siempre los mineros. He tratado de trasmitir su sentimiento. No la he interpretado como un gran cantante sino como ellos, casi llorando.

El músico es, de alguna forma, como un minero. A su modo, también va buscando oro. ¿Cuándo encontramos oro en la música?
Cuando llegas a la persona con una canción, cuando ves llorar o reír a alguien por alguna composición. Cuando se toca la fibra interna. Por otro lado, es muy diferente solo hacer música para conseguir materialmente oro, que es lo que se encuentra ahora tan fácilmente en la sociedad de consumo, que solamente se busca pegar como una hamburguesa; ese no es mi campo.

¿Por qué no siguieron el camino de Inti Illimani o Quilapayún, en Chile?
Hacíamos música de reflexión, pero no de protesta. Ellos fueron militantes y con la música hicieron eso. Grandes grupos.

¿En Savia Andina militantes de qué son?
Del arte y de transmitir lo que hemos aprendido en nuestra ciudad y de integrar nuestro países. Creo que lo hemos logrado.

Casi 44 años después, ¿qué piensa del camino andado?
Estamos acá en este Gran Teatro Nacional y pienso que hemos llegado a sitios que nunca habíamos pensado. La música nos ha dado esa fuerza interna de modo que seguimos caminando, aunque no estamos los que empezamos; seguimos Óscar y yo.

¿Cómo se siente Gerardo, tras caminar esas cuatro décadas?
Cuando uno está en la música, el tiempo es otro. La vida no tiene sentido sin la adversidad, es una lucha constante. Pero en mis interiores me digo: puedo seguir. Veo a Mick Jagger y pienso: “Pucha, es mucho mayor que nosotros”. Entonces, un cachito más podemos continuar.

De Savia Andina se destaca el virtuosismo, el estilo y la versatilidad. Pero para mí es, sobre todo, sentimiento.
Eso es. Así hemos aprendido la música, caminando por el bulevar de Potosí y escuchando música tan linda. Pienso que eso hemos transmitido en muchas canciones.

AUTOFICHA
- Eso es. Así hemos aprendido la música, caminando por el bulevar de Potosí y escuchando música tan linda. Pienso que eso hemos transmitido en muchas canciones.

- “Savia Andina ha grabado 50 discos, pero no solo en Bolivia, sino también acá, en Japón, España, etc. Hemos tocado en Australia, Rusia, donde no imaginamos que podíamos tocar. La música nos ha llevado por todo el mundo. A Perú venimos desde los ochenta”.

- “Con el grupo seguimos viajando. Para este año esperamos hacer un trabajo con todo lo que hemos producido. Un pequeño resumen. De paso, invitar a nuestros compañeros que han sido parte del grupo. Hacer una gran reunión. Me hubiera gustado componer una canción a mi papá; la de Piero es la mejor”.