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Fabio Núñez del Prado: “Si no eres buena persona, no eres buen abogado”
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¿Existe una razón esencial para decidir ser abogado? El fundamento de Fabio Núñez del Prado descansa en la impotencia que siempre le causó la injusticia. Pero su vocación también se sostiene en la herencia familiar. Su abuelo materno fue el exministro Fernando Chaves Belaúnde y su tío abuelo, el expresidente del Perú Fernando Belaúnde Terry. Su padre es abogado e, incluso, el hermano menor avanza, en sus estudios universitarios, rumbo al Derecho.
Formado en la prestigiosa Yale University, Núñez del Prado acaba de publicar su segundo libro: La tragedia del consentimiento. Hacia una reforma del sistema de justicia en que el arbitraje sea la jurisdicción por defecto (Palestra). Un tema necesario de tratar, como complejo, polémico y espinoso, que el abogado de 30 años se ha propuesto abordar.
En un país como el Perú, con una población cuantiosa de abogados y en medio de la crisis por corrupción que salpica al sistema de justicia, asegura que estudiar Derecho no ha sido una tragedia. “Es una vocación por causar impacto, sentir que hago algo para que el país y el mundo sean un lugar mejor”, sentencia.
¿La impotencia que te genera la injusticia tiene que ver con algún episodio personal o cercano?
No. Pero desde chico siempre me he dado cuenta sobre la importancia que tiene la empatía.
Un término que hoy está en boca de todos. ¿Qué es ser empático realmente?
Es básicamente tener la capacidad de colocarte en los zapatos del otro. En los países desarrollados tienen cursos de empatía en el colegio. Una sociedad para ser más humana tiene que ser más empática. Para ser buen abogado es muy importante ser empático.
¿Y qué lugar ocupa la ética para un abogado?
Es fundamental. Uno de los problemas más graves en el sistema de justicia es la corrupción, que es un problema ético. En un inicio yo criticaba los cursos de ética, pero la experiencia me ha enseñado que son fundamentales.
Si la ética es tan fundamental, ¿por qué estamos así?
Vivimos en medio de la cultura del vivo, del mercantilista, del querer ganar por puesta de mano. Es muy complicado porque no es algo que se pueda cambiar de un día para el otro. La única forma de cambiar es con educación en el largo plazo. No se trata de crear una ley, es algo que está en la psicología. Una vez el profesor Marcial Rubio me dijo que la ética servía para hacernos la pregunta ante un dilema.
¿El arbitraje también tiene que ver con cuestiones esenciales del Derecho?
Sin duda. Yo creo que el arbitraje le ha aportado muchísimo al país. Es muy criticado, pero es bastante mejor que el Poder Judicial. Vivimos en una sociedad más libre y próspera debido al arbitraje. Actualmente, en el Poder Judicial un proceso dura entre 5 y 6 años, que es un montón. Un procedimiento arbitral puede durar un año e incluso menos. Antes de 1996, cuando no existía el arbitraje, todas las controversias eran resueltas en el Poder Judicial. Había procesos que duraban 40 años, la persona que había interpuesto la demanda fallecía. Justicia retrasada es justicia denegada. Una multinacional no invierte en un país que no tiene un sistema arbitral y confiable. El Perú ha crecido significativamente debido al arbitraje.
¿Qué asegura que el arbitraje no sea amañado o se incurra en corrupción?
No lo asegura. En el arbitraje hay muchos problemas y los critico. Si bien es mejor, es una institución muy mercantilista. Se dice que es la justicia para ricos. Pero no es un problema inherente al arbitraje, hay mecanismos para corregirlo. De lo que más critico es que sea confidencial.
¿Qué implica que sea confidencial?
Nadie se puede enterar qué se decidió en un arbitraje, solo los involucrados. Otro problema es que las partes pueden designar a sus árbitros. Pero el arbitraje es mejor que el Poder Judicial.
¿El arbitraje podría, de alguna forma, sustituir al sistema de justicia?
Creo que es imposible; sin embargo, está relacionado con la propuesta del libro que he publicado. Propongo que el arbitraje sea el mecanismo por defecto para resolver las controversias, pero lo limito a las controversias patrimoniales. En el libro lo digo, uno de los principales consumidores del Poder Judicial en el Perú son los bancos, representa alrededor del 20% relativo a procesos de cobranza. Esas controversias están siendo subsidiadas con dinero de los contribuyentes. ¿Los bancos no deberían pagar sus propias controversias? Deberían ser resueltas vía arbitraje.
¿Es una forma de privatizar la justicia?
Sí y suena chocante, pero en realidad es un mecanismo para proteger a los pobres.
Pero puede ocurrir que, en una disputa privada, una persona pueda pagar su arbitraje y otra no. Esta última quizá se refugie en el Estado, pero sabemos que los abogados de oficio no necesariamente son los mejores. Finalmente, esa persona con bajos recursos se queda desprotegida.
Es complejo. De fondo hay un ejercicio de incentivos: nadie está interesado en ser abogado de oficio ni en ser juez. En EE.UU. el sueño de cualquier estudiante es ser juez. Parte de la reforma judicial es crear incentivos para que las personas más capacitadas sean jueces o abogados de oficio, y un primer paso es un incentivo económico. Este incremento no es un mensaje a los actuales jueces, sino para las siguientes generaciones. Me gustaría involucrarme en el sistema político, no sé si como juez o congresista, porque existe la necesidad de causar impacto, de hacer algo importante por tu país.
¿Para ser abogado es necesario ser buena persona?
Sin duda. Si no eres buena persona, no puedes ser buen abogado. Y como dice uno de mis autores favoritos, Herman Hesse: “Hagas lo que hagas, ama lo que haces”.
AUTOFICHA:
- “Soy Fabio Núñez del Prado, tengo 30 años, nací en Lima. Estudié en el colegio Santa María Marianistas y Derecho en la PUCP. Realicé una maestría en Derecho en la Universidad de Yale y en los últimos años he estado trabajando en distintos países, como España y Francia”.
- “La tragedia del consentimiento es mi segundo libro. Ya pienso en uno tercero. Estoy postulando al programa de doctorado y por definición tiene que salir un libro, que está pensado en varias propuestas fuera de la caja para optimizar el sistema de justicia peruano”.
- “Siempre quise ser abogado y conforme pasaba el tiempo, cada vez estaba más seguro. Cuando estuve en la universidad, hice prácticas en el Tribunal Constitucional y esa fue una experiencia espectacular, porque veía lo que le afecta a la gente todos los días. El TC funciona mejor que el Poder Judicial”.
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